La varicela es una de las enfermedades de las que suelen ser vacunados los más pequeños con la triple vírica, enfermedad que crea unas lesiones en la piel en forma de vesículas o de ampollas. La mayoría de los niños se infectan antes de los quince años, lo que es mejor, ya que cuanto más mayor se sea, las complicaciones que presente la enfermedad son mayores ya que los síntomas serán mucho más fuertes.
Síntomas de la varicela
La varicela se incuba entre diez y veinte días antes de que aparezcan las primeras señales. Durante este período el niño tiene algo de fiebre y presenta malestar. En el momento en que termina la incubación, aparecen lesiones por la piel, alrededor de quinientas pequeñas lesiones distribuidas por todo el cuerpo. Al principio son planas y algo rojas hasta que se inflaman y crean una ampolla, proceso durante el cual el niño siente muchos picores.
Después de la erupción fina, el pequeño puede llegar a presentar dolor de cabeza, pérdida de apetito y fiebre. Transcurridos unos días, las ampollas se secan y dejan una pequeña costra que hay que dejar que se caiga sola o de lo contrario la piel se quedaría marcada.
Vacuna de la varicela
Todos los niños tienen un calendario para vacunarse que hay que cumplir sin ninguna excepción para evitar cualquier tipo de enfermedad que puede afectarles durante su infancia, siendo una de ellas la varicela.
En el caso de que el niño ya haya padecido la varicela en el momento en que le toque la vacuna, será necesario preguntar al pediatra cómo actuar, pero si aún no la ha pasado, hay que poner la primera dosis entre los doce y los quince meses de edad y la segunda dosis entre los cuatro y los seis años de edad aunque pueden existir casos en los que se aplique antes.
Si el niño o niña tiene trece años o más y no se ha vacunado nunca de la varicela y tampoco ha pasado esta enfermedad, será necesario que reciba las dos dosis, suministradas con un intervalo de veintiocho días como mínimo.
Riesgos de vacunarse contra la varicela
Aunque la vacuna de la varicela normalmente no presenta ningún tipo de riesgo contra la salud, puede provocar algún tipo de reacción, dándose riesgos leves como por ejemplo que el niño se queje de dolor en la zona en que le han pinchado la vacuna, o incluso que se le inflame esa zona o que aparezca una erupción en la misma, aunque nada de esto representa ningún problema mayor.
En casos mucho más extraños se han llegado a producir convulsiones provocadas por la fiebre que puede dar la vacuna y en los casos más severos o extremos, existe un riesgo de sufrir neumonía o alguna reacción cerebral severa así como bajo recuento sanguíneo, aunque es muy raro que suceda por lo que no se sabe con certeza si se produce por reacción a la propia vacuna o porque han podido intervenir otros factores.