Una dieta equilibrada aporta a tus hijos la energía suficiente para poder llevar a cabo todas sus actividades diarias además de resultar imprescindible para garantizarles un desarrollo correcto y permitirles disfrutar en la edad adulta de una buena salud.
Los productos imprescindibles
A la hora de preparar sus menús hay que tener en cuenta además de cuáles son los alimentos más saludables y nutritivos, en qué proporción y con qué frecuencia deben consumirlos. Los hidratos de carbono que se encuentran en el pan, en las pastas, en el arroz o en los cereales por ejemplo, deben constituir la mitad de las calorías totales que ingieran los niños ya que son los que más energía les aportan. Para conseguir dicha cantidad se necesitan tomar entre cuatro y seis raciones al día dependiendo de la edad. Así una ración serían dos rebanadas de pan, medio plato de arroz o de pasta, cuatro galletas y treinta gramos de cereales para desayunar.
Por otra parte las frutas, las verduras y las hortalizas son imprescindibles en la alimentación de los niños gracias a su contenido en minerales, fibra y vitaminas, ayudando a prevenir también ciertas enfermedades así como la obesidad. Sea cual sea la edad del niño debe tomar cuatro raciones diarias, dos de verduras y dos de frutas. Una ración sería una pieza de frutas o una taza de hortalizas o de verduras.
Los lácteos deben estar incluidos igualmente en su menú diario por su elevado contenido en calcio, en vitaminas y en proteínas y porque fomentan su crecimiento, sobre todo el de los huesos. Se debe tomar entre dos y tres raciones cada día que equivaldrían a un vaso de leche, treinta gramos de pescado o dos yogures.
La carne, el pescado, los huevos y las legumbres contienen proteínas, nutriente muy necesario para los niños puesto que potencia su desarrollo muscular y fortalece su defensas. Sin embargo hay que evitar abusar del embutido y de la carne roja ya que tienen mucha grasa saturada. La cantidad perfecta son dos raciones al día equivalente a cien gramos de carne, un cuarto de conejo o de pollo, ciento cincuenta gramos de pescado blanco, cien gramos de pescado azul, medio plato de legumbres o dos huevos.
Las grasas también resultan necesarias sobre todo las conocidas como grasas “buenas” que proceden de los frutos secos y del aceite de oliva, ya que ayudan a absorber las vitaminas a la vez que son una fuente de energía muy importante, pero no debe tomarse más de una ración cada día. Una ración serían treinta gramos de aceite de oliva o bien un puñado de frutos secos, aunque la cantidad perfecta para este último alimento sería de dos a tres raciones a la semana en total.
Así mismo no se debe abusar de la sal ya que además de alterar la percepción de los sabores de los alimentos, contribuye a que al llegar a la edad adulta, el pequeño sufra ciertos trastornos como por ejemplo hipertensión.