Recibir regalos es algo que a todo el mundo le gusta, también en esto hay que ser moderados y debemos saber el momento en que nuestro hijo necesita un regalo o no.
A todos nos gusta recibir regalos, a veces no los esperamos y son una agradable sorpresa, y también una recompensa afectiva. Los niños suelen recibir regalos con cierta frecuencia, quizá más habitualmente que los mayores.
A veces les acostumbramos a recibir un regalo siempre algo que les vamos a visitar, y eso no es una buena práctica, sin darnos cuenta estamos haciendo que se fijen más en lo que llevamos que en la misma visita, que ya debería ser un regalo. Si les enganchamos a ese algo que aparece con nosotros, eso será lo importante.
El regalo en la vida es algo excepcional, si se convierte en algo cotidiano, le arrancamos el halo de especial. Y la vida a veces es demasiado monótona como para irle quitando color. Debemos evitar regalar sin ton ni son. Les estamos haciendo materialistas, y egocéntricos. No hay nada más desagradable para unos padres y para una visita que escuchar a un niño: ¿Qué me has traído? El padre se siente abochornado y el visitante también.
No sólo les tenemos que enseñar a no pedir regalos, sino a hacer regalos a los demás. Los regalos no tienen nada que ver únicamente con cosas de gran valor, lo importante es el detalle de acordarse, y así ellos tienen que aprender a sorprender también a los mayores con pequeños regalos: un dibujo, una manualidad, un juguetito suyo. Así les estamos enseñando a ser personas generosas, a pensar en los demás y a tratar de alegrarles la vida.
Por otra parte cuando llega su cumpleaños, su santo, los reyes, su Primera Comunión, etc… hemos de pensar bien los regalos. No se trata de iniciar una carrera de regalos a ver quién le regala lo más caro, o lo más raro; tampoco se trata de llenarles de cosas inservibles o inútiles, a veces hay regalos muy sencillos que son los que más les gustan.
A la hora de elegir un regalo hay que pensar varias cosas, en el modo de ser del niño, en su edad, en sus habilidades y también en si es un regalo educativo. Por ejemplo, es verdad que hay niños a los que nos les gusta leer o les gusta poco, si les damos un libro de chistes o de cuentos con muchas imágenes o algunas partes móviles, les podemos encarrilar hacia el libro y podemos despertar en ellos la curiosidad de leerlo.
Hay muchos juegos que no aportan nada, o son inútiles, por eso hemos de valorar mucho lo que regalamos. Con el juego se aprenden cosas importantes y también se pasan muy buenos ratos.
Por ejemplo a los niños pequeños siempre les gusta generalmente, disfrazarse. Existen caretas, gafas, manos postizas, dedos vendados, narices inmensas, pelucas divertidas,… que en una caja de cartón debidamente envuelta y con un puñado de globos pueden hacer vivir aventuras increíbles y ser uno de los mejores regalos. Lo guardarán como un tesoro, lo utilizarán con frecuencia para asustar o divertir a sus padres, y podremos nosotros también jugar con ellos.