Seguro que alguna vez has estado en el supermercado con tu niño y le ha dado una rabieta, lanzándose al suelo, gritando y revolcándose mientras todo el mundo mira. En ese momento lo único que quieres es que pare y lo que consigues es que grite todavía más, lo que comienza a ponerte muy nerviosa. A continuación te decimos como debes actuar en estos casos y los motivos por lo que tu hijo tiene esas rabietas.
¿Qué le sucede durante la rabieta?
Con la pataleta lo que el niño está expresando es su ira interna. Se siente abrumado por sentimientos violentos que no puede llegar a controlar. Estas rabietas son malas para tí pero mucho peores para el pequeño ya que ha perdido su control y se siente aturdido por sus sentimientos, lo que le produce una sensación aterradora.
Si lo que le está sucediendo no es acorde con lo que imagina o lo que quiere, se desencadena una carga emocional que da lugar a la rabieta. El niño tiene que aprender a reprimir esos sentimientos y a aprender que existen normas y prohibiciones en la vida. Pero hasta entonces su manera de enseñar su frustración es enojándose y enfadándose, gritando y dando golpes.
¿Cómo reaccionar?
Lo primero que hay que hacer es mantener la calma ya que la ira puede llegar a ser contagiosa. Debes recordar que tú eres la persona adulta y no puedes perder los nervios.
Hay que mostrar comprensión ya que la agresión no va dirigida contra ti. Tienes que hacerle comprender que le entiendes perfectamente. De igual manera no te alejes de tu hijo. Durante su ataque de ira sentirá el peso de sus sentimientos y puede llegar a preocuparse ya que no los tiene bajo control. Si te vas, puede sentirse abandonado y le hará reaccionar peor todavía.
Cuando tenga una rabieta si le gritas no le vas a ayudar para nada si no que vas a conseguir enfadarle más. Lo único que tienes que hacer es esperar a que se le pase. Tampoco tienes que consentir que te chantajee. Este berrinche solo os tiene que incumbir a tu hijo y a ti, por lo que debes ignorar las opiniones y las observaciones de los que se encuentren alrededor de vosotros.
Una vez que su ataque de rabia haya terminado, debes cogerle en brazos para que sientas que a pesar de todo le sigues queriendo, lo que le hará sentirse protegido y seguro a tu lado.
Si las rabietas le suceden con cierta frecuencia, lo aconsejable es hablar con él cuando esté tranquilo para mostrarle otras alternativas. Así aprenderá de ti que puede expresar sus sentimientos con palabras y no con enfados.
Elogiarle es una excelente opción. Si ha conseguido resolver su conflicto de una manera pacífica, habrá que alabarle. Lograrás reforzar su comportamiento positivo y logrará encontrar soluciones pacíficas para generar tu reconocimiento.
Hay que ser consecuente y constante, por ejemplo, si antes de coger su pataleta le habías prometido ir al parque, debes hacerlo cuando se calme para que no se lo tome como un castigo.
Lo más importante es ser un buen ejemplo para tu hijo para que pueda lidiar de una manera lo más constructiva posible contra su ira. Si tú también pierdes los nervios, no conseguirás hacerle entender nada y creerá que esa es la manera de conseguir lo que desea.