La neurosis obsesivo compulsiva es uno de los capítulos más graves y más desconocidos de la patología neurótica y que puede llegar a ser la forma más estructurada y más complicada de todas las neurosis. Características de una persona obsesiva
La persona obsesiva vive tanto los pensamientos que no puede desechar, como las acciones a las que se ve impulsado a realizar, pese a saber que pueden llegar a ser absurdas o incluso perjudiciales, como algo necesario para seguir con su vida diaria. Si se resiste, nota una angustia creciente hasta que tiene que ceder, ya que si intenta luchar contra sus pensamientos, se acentúa la ansiedad. Las acciones obsesivas tienen un carácter ritual con el fin de aliviar la ansiedad.
La persona obsesiva es consciente de su situación crítica y enfermiza, aunque presenta dificultades para delimitar donde acaba y donde empieza la patología. Por ejemplo, se reconoce exageradamente limpio y escrupuloso a la vez que considera irresponsable la conducta de otras personas ante su misma situación.
Las personas que sufren este trastorno sufren mucho, ya que estos pensamientos son generalmente destructivos y preocupantes. Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos persistentes e inoportunos que le vienen al obsesivo a la mente en contra de su propia voluntad. La resistencia a estos pensamientos va asociada a una extrema ansiedad que sólo se reduce temporalmente ocupándose en conductas repetitivas que suelen llevarse a cabo durante largos períodos de tiempo y que aunque el paciente sepa que debe liberarse de ellas, le proporcionan un alivio de la tensión que suponen estos pensamientos.
¿Cómo actúa una persona obsesiva?
En general, los actos compulsivos se efectúan como intentos de controlar una obsesión, procurando disminuir el efecto doloroso de las mismas. Para luchar contra las dudas y los temores que le asaltan, el sujeto busca la representación en la imaginación o en la práctica de diversos procedimientos que puede considerar como mágicos. Estas acciones pueden ser simples, como movimientos o actos elementales como tocar madera, hasta situaciones más complejas, como desvestirse siempre en el mismo orden y empezar de nuevo si se distrae o se le interrumpe. Toda desviación de sus patrones despierta una grave ansiedad en la persona que lo realiza.
La ritualización de la vida es la meta final de la conducta obsesiva. Actuar sin libertad le produce la sensación de tener casi garantizado el acierto. Por ello llega a establecer normas tiránicas y conductas rígidas en todos los aspectos de su vida, incluidas las distracciones.
Las obsesiones son ideas o impulsos que se imponen en el conocimiento consciente de una persona con fuerza y de una manera insistente, acompañadas de un temor ansioso y que con frecuencia obliga a la persona a tomar medias contrarias a la idea o al impulso inicial. La persona la reconoce como absurda e irracional pero aún así debe hacerlo.