La depresión es una enfermedad del estado del ánimo y de la afectividad que podría definirse como el modo tan especial en que nos afectan interiormente las circunstancias que se producen a nuestro alrededor.
Tipos de depresión
La depresión puede catalogarse en dos apartados distintos dependiendo del origen de ésta. Existe la conocida depresión exógena o reactiva y la depresión endógena o biológica. La primera consiste en una respuesta anormal en intensidad o duración a experiencias de la vida de la persona y que pueden llevar a no ver las cosas tal como son sino como le va indicando su estado de ánimo. Este tipo de depresión se considera que tiene una causa externa, generalmente motivada por conflictos psicológicos.
Por el contrario en la depresión endógena o biológica no se puede encontrar un acontecimiento previo que la desencadene, ya que no hay agentes exteriores que justifiquen la intensidad de los síntomas aunque sí se sabe que está provocada por la alteración de ciertos componentes del sistema nervioso central, por un desajuste neuroquímico. Los casos más agudos de este tipo de depresión reciben el nombre de depresión psicótica, aunque también existen cuadros depresivos mixtos en los que van asociados ambos factores.
Manifestaciones de la depresión
Existen muchos signos y síntomas comunes a cualquier tipo de depresión aunque no todos se presentan de igual manera y con la misma intensidad en cada persona.
En primer lugar podemos señalar los síntomas de tipo psicológicos que se caracterizan por la tristeza principalmente, que llega a invadir todos los pensamientos y actividades de la persona depresiva y que pueden verse agravados por la sensación de que nadie les comprende. También es característica la ausencia de vitalidad y de energía con lo que cualquier cosa rutinaria, como el comer o el vestirse se convierte en algo abrumador. Se llega a perder la ilusión y el interés por todo lo que le rodea, incluso por su propia familia.
Como signos físicos cabe destacar el nerviosismo, la intranquilidad, la ansiedad e incluso la dificultad para poder relajarse. Las alteraciones del sueño suelen estar presente en la enfermedad depresiva, despertándose frecuentemente durante la noche y presentando serios problemas a la hora de conciliar el sueño. También puede darse el caso contrario, es decir, dormir más de lo habitual, sobre todo durante el día, queriendo de esta manera huir de las angustias que sienten, a través del sueño y que llega a convertirse en una especie de refugio.
Trastornos del apetito y de peso también son habituales que los sufran las personas que se encuentran depresivas. Puede darse el caso de que el enfermo sienta un nudo en el estómago que le impide la ingestión de alimentos o de bebidas, o e l caso contrario, comer en exceso. Dolores de cabeza, de espala, neuralgia, calambres, musculares, vértigos, temblores, palpitaciones, hipertensión, náuseas, indigestiones, dificultades respiratorias y un largo etcétera, son también algunos de los síntomas más característicos de todos aquellos que padecen una depresión.
En cualquiera de estos casos es imprescindible haber descartado previamente todas las posibilidades de origen puramente orgánico para que el enfermo pueda aceptar que lo que le sucede es solamente de tipo psicológico y pueda ponerse en manos de un experto.