Un tumor es una proliferación de células sin límite que el organismo no puede controlar y que no tienen ninguna utilidad para él, muy al contrario de lo que puede suceder en otras ocasiones, por ejemplo a la hora de cicatrizar una herida ya que en el momento en que las células cumplen su objetivo dejan de crecer.
Origen de los tumores de huesos
En nuestros huesos existen varias clases de células y cada una de ellas puede llegar a formar distintos tipos de tumores. Pero en el interior de nuestros huesos existe la médula ósea que también puede llegar a producir tumores. Una de estas células es la que forman los glóbulos blancos y rojos y las plaquetas de la sangre.
En cualquier caso existen tumores que son benignos y que sólo provocan problemas locales cuando por el tamaño, llegan a comprimir alguna zona cercana. Otros pueden ser malignos y llegan a afectar a todo el organismo incluso invadiendo otros órganos. Algunos de estos tumores no llegan a originarse por células óseas sino por tumores que pueden llegar procedentes de otros órganos y que alcanzan los huesos a través de la circulación linfática o sanguínea, algo que es conocido como metástasis. Los tumores malignos más frecuentes son los de pulmón, riñón, mama, próstata y suelen reproducirse en los huesos de las costillas, del cráneo, de la pelvis o en los huesos más largos del cuerpo.
Síntomas y características de los tumores malignos
El síntoma más frecuente es el dolor. En ocasiones puede ser una simple molestia después de realizar algún tipo de esfuerzo, aunque en ocasiones es un dolor mucho más intenso. Puede que dicho dolor esté localizado en el mismo sitio donde se encuentra el tumor o bien extenderse por zonas más alejadas si se llega a comprimir algún nervio por su causa, en cuyo caso puede ir acompañado de un hormigueo. En cualquier caso la primera señal de alarma puede ser un abultamiento en el hueso y en alguna ocasión puede que se produzca una fractura espontánea.
Cuando los tumores son malignos puede existir un crecimiento muy rápido del bulto que deforma el hueso así como un dolor muy fuerte en la zona que se encuentra afectada y que puede llegar a extenderse por todas las articulaciones de alrededor llegando a provocar crujidos en los huesos que no se consigue aliviar ni con descanso nocturno ni con ningún tipo de calmantes pero que por el contrario, puede llegar a mejorar un poco con algo de actividad física.
Es corriente notar los ganglios que se encuentran cerca de la región afectada algo más grandes, de igual manera que es normal que aparezca un cansancio inusual, anemia, fiebre, un adelgazamiento sin causa justificada y pérdida de apetito.
La piel que recubre el tumor puede encontrarse más hinchada, caliente y enrojecida como si se tuviera una inflamación y pueden observarse también en la zona en concreto, pequeñas venas dilatadas.