El síndrome conocido como Guillain Barré es un trastorno de tipo neurológico en el que el propio sistema inmunológico de las personas que lo padecen,ataca a una parte del sistema nervioso periférico y puede aparecer de una manera inesperada y desarrollarse durante varios días o incluso semanas.
Síntomas del síndrome de Guillain Barré
Esta patología poco frecuente, puede afectar a personas de cualquier edad y sexo y suele ocurrir tras haber sufrido algún tipo de infección ya sea respiratoria o gastrointestinal. Aunque todavía no está perfectamente claro la naturaleza de este síndrome, se sabe perfectamente que este trastorno ataca a los tejidos de la persona afectada, llegando a bloquear los nervios que se vuelven incapaces de trasmitir sus señales con eficacia, por lo que los músculos también dejan de responder a las señales nerviosas, lo que conlleva que el cerebro también reciba menos señales del resto del cuerpo produciendo una incapacidad para sentir el calor, el dolor e incluso las texturas. Es típica la sensación de cosquilleo que suele aparecer en primer lugar en las manos y en los pies y la debilidad muscular en general.
Posteriormente, la enfermedad progresa hacia los brazos o los músculos de la cara, llegándose a producir un dificultad a la hora de mover los ojos o incluso visión borrosa, de igual manera que dificultad para tragar. Palpitaciones, contracciones musculares, dificultad y torpeza a la hora de moverse, falta de coordinación o pérdida de reflejos, son también algunos de los síntomas típicos de este síndrome. En caso de una ausencia temporal de respiración o incapacidad para poder respirar profundamente, así como desmayos o babeos, son síntomas que indican que se necesita ayuda médica de una manera urgente.
Tratamiento del síndrome de Guillain Barré
Aunque no existe una cura completa para este tipo de enfermedad, sí que hay tratamientos que pueden ayudar a reducir los síntomas y acelerar la recuperación de la mayoría de los pacientes que sufren este trastorno. Normalmente suelen administrarse dosis bastante altas de inmunoglobulinas para combatir esta enfermedad que además, resultan muy fácil de administrar, de igual manera que el método conocido como plasmaféresis, consistente en sacar sangre del cuerpo para proceder después a separar los glóbulos blancos y los rojos del plasma, devolviendo más tarde las células de la sangre al paciente sin el plasma, que será sustituido rápidamente por el propio organismo.
Muy importante es la dieta que se sigue durante esta enfermedad, sobre todo si el paciente ha perdido el apetito, por lo que una buena nutrición puede resultar un poderoso aliado en el momento de la recuperación. Deberá reducirse al mínimo y si es posible evitarlos por completo, el consumo del café o el té, porque pueden agotar la nutrición del cuerpo, al provocar un caos en los niveles de azúcar. Así mismo se recomienda una dieta que contenga ácidos grasos esenciales que podemos encontrar en las nueces, en el aceite de oliva o en los pescados oleosos. Alimentos ricos en vitamina B como las verduras frescas, el maíz, la cebada o el centeno y comidas con vitamina A, que encontraremos en las frutas, ayudarán a sobrellevar este tipo de enfermedad de igual manera que el consumo de magnesio, de zinc y de vitamina C.