La psicomotricidad abarca un campo de límites imprecisos y de contenido bastante confuso. La definición más aproximada la considera como el control normal de la postura y del movimiento, en el cual se integran, aparte de las funciones motrices propiamente dichas, la lateralidad, el concepto de espacio tiempo y la imagen corporal.
Perturbaciones tónico emocionales precoces
La psicomotricidad es una forma de adaptación al mundo exterior, de comunicación y de respuesta. La adaptación supone utilizar la misión especial que tiene cada parte del cuerpo al servicio de la inteligencia. La comunicación con los demás se establece a través de los gestos, de mímica o de una sonrisa. Cuando se produce un traumatismo externo, ya sea psíquico o no, hay una respuesta de contracción muscular acompañada de fenómenos neurovegetativos que forman parte de la emoción.
Los trastornos de la psicomotricidad pueden ponerse de manifiesto a partir del tercer mes de vida en niños que sufren una carencia afectiva parcial, que de prolongarse, se convierte en una depresión anaclítica. Las manifestaciones de este trastorno son: retraso motor y expresión facial rígida. Cuando la carencia afectiva es total, los niños son además completamente pasivos, permanecen inmóviles, incapaces de volverse, firmes en la cama y su rostro se vuelve completamente inexpresivo.
Existen una serie de hábitos motores que son formativos durante los primeros años del desarrollo psicomotor, pero que en algunos casos pueden convertirse en conductas patológicas, al no aportar información, no producir una auténtica satisfacción y convertirse en estereotipos que tendrán que sufrir irremisiblemente. La trascendencia de estos comportamientos es debida a que la motricidad tiene un puesto decisivo en el desarrollo de la personalidad.
El head banging consiste en un amplio balanceo que provoca el choque de la cabeza contra cualquier elemento que el niño encuentra a su alrededor. Este comportamiento suele ocurrir durante la noche y causa heridas y erosión cutánea. Se presenta en los primeros meses de vida hasta los dos años. Se han encontrado múltiples explicaciones a este trastorno, desde la urgencia de satisfacer las necesidades sensoriales básicas hasta una forma de reducir la tensión causada por diversos factores.
Ritmias motrices, tricotilomanía y onicofagia
Las ritmias motrices son manifestaciones motrices o psicomotrices, más o menos regulares, bruscas y de variable amplitud de un caso a otro, que afectan a la cabeza, a la cabeza y a los ojos o a la cabeza y el tronco. Se da en niños normales a partir de los tres meses hasta los dos años. Se considera que es una forma que tiene el niño de descargar ansiedad o lograr su evasión.
La tricotilomanía por su parte es la acción de acariciar, retorcer o estirar los cabellos de las diversas partes del cuerpo. Se encuentra en niños normales y si bien suele darse en las primeras fases del desarrollo psicomotor, puede prolongarse a lo largo de toda la vida.
La onicofagia es el acto de roerse las uñas. Como en el caso anterior, puede darse a lo largo de toda la vida. Algunos autores lo han visto como una forma de descargar la tensión.