La misión del bebé es explorar, le gusta tocar con las manos las cosas para experimentar y consolarse. También les proporciona placer morder todos aquellos objetos que se encuentren a su alcance, lo que les ayuda mucho en su aprendizaje A partir de los cinco meses la coordinación de los bebés va en aumento, lo que les empieza a facilitar la habilidad de coger los objetos que tienen a su alcance. Este es un período, en el que el bebé requiere mucha protección. No obstante, no se debe de evitar la estimulación de su curiosidad y la necesidad que preenta de explorar su entorno.
Es algo habitual escuchar a padres quejarse de que su hijo toca todo aquello que no debería o que explícitamente le han dicho que está prohibido. También es comun que, en muchos de los casos, la queja esté justificada ya que en todos sitios hay niños, que desean hacer todo lo que sus padres les han indicado que no deben. Esta postura suele manifestarse cuando el niño consigue moverse con más facilidad y alcanza una mayor movilidad física.
Es fácil que el primer año intente meterse cualquier objeto en la boca. Es necesaria una atención exhaustiva, ya que el niño no distingue los objetos seguros de los que pueden ser peligrosos, por lo que hay que eliminar de su entorno todo aquello que pueda ocasionarle algún daño al bebé. Por otro lado, no es conveniente alarmarse, se debe de aceptar como normal que los bebés se introduzcan cosas en la boca, ya que es una de sus maneras de aprender sobre el entorno.
Una forma de evitar el peligro, es enseñarle al niño lo que es seguro, previniéndole con firmeza de los peligros. Varios ejemplos serían: ¡No; eso quema!, ¡No; hace pupa!, etc. Aún no puede comprender lo que le decimos, pero por el tono de voz, sabrá que no debe hacerlo. Si hay algún objeto peligroso que llama su atención, se le debe de decir con rotundidad «no», dándole a cambio otro o moviéndolo a otro sitio en el que pueda jugar o entretenerse.
Cuando el niño comience a entender qué puede hacer y qué no, los padres son los encargados de proporcionarle unos límites y regañarlo cuando su conducta sea inadecuada. Para que los padres puedan entender de cierta manera la posición del niño, es necesario pensar que este está descubriendo todo lo que hay en el mundo. Desde su punto de vista es normal que todo tipo de cosas llamen su atención, desde un objeto complicado hasta algo más intrascendente.
Se deben de dar pautas claras y de forma firme y lo más simple posible, de lo que está o no permitido. Un simple «no», con una voz firme y la retirada de su mano del objeto que no debe tocar, asegurará, si se repite varias veces, que no lo vuelva a hacer.