Vacunas, punción en el talón, análisis de sangre….. descubre algunas técnicas muy eficaces para calmar el malestar del niño durante estos procedimientos médicos algo molestos.
Recién nacidos y dolor
Son muchas las personas que se preguntan si los recién nacidos sienten dolor y la respuesta es sí. De hecho, la percepción de los estímulos dolorosos por parte del recién nacido es más aguda que la de un adulto, ya que durante las primeras semanas de vida, el niño todavía no ha desarrollado los mecanismos inhibidores encargados de regular la transmisión de las sensaciones. Además, el estrés que deriva de cualquier experiencia dolorosa, estimula la producción de cortisol, hormona que altera el metabolismo del pequeño, acelerando su ritmo cardíaco, su frecuencia respiratoria y reduciendo la concentración del oxígeno en la sangre. El hecho de que un recién nacido no pueda expresar con palabras lo que le molesta o lo que siente, no implica que no lo esté experimentando. Una experiencia dolorosa es traumática para un niño siempre y si se repite con el tiempo, puede llegar a influir en su bienestar psicológico.
Aliviar el malestar del bebé
Para aliviar su malestar durante estos episodios, se le debe permitir a la madre coger al pequeño en brazos para que se sienta protegido, darle el pecho durante el procedimiento o hablarle en un tono pausado ya que constituyen medidas de eficacia probada que ejercen un efecto sedante y analgésico. Son las conocidas como técnicas no farmacológicas de desensibilización y están basadas en la teoría del “gate control system”, consistente en saturar los canales sensoriales del pequeño con estímulos más agradables, para limitar el acceso del estímulo doloroso al estado de conciencia.
¿Qué sucede cuando el niño es más mayorcito?
Cuando el pequeño tiene más de cuatro años, lo mejor es decirle la verdad y no mantenerle engañado hasta el último momento y que el pinchazo le pille por sorpresa. Conocer con total claridad lo que le espera, ofrecerá al pequeño un control mayor de la situación y le permitirá atenuar su miedo, lo que conllevará también, que calmará el estímulo doloroso.
El hecho de que le coja por sorpresa es muy desaconsejable, ya que la sensación que experimentará de impotencia y miedo se quedará guardada en la memoria del niño y por consiguiente dejará de estar dispuesto a colaborar cuando se vuelva a repetir la situación, algo que inevitablemente sucederá. Y es que todo comienza en el momento de su nacimiento cuando tienen que hacerle la prueba del talón, consistente en una ligera punción y continuará con la imposición periódica de vacunas para impedir el contagio de ciertas enfermedades como la meningitis, el sarampión o la varicela, todo ello sin contar con la necesidad de realizarle análisis de sangre en caso de que el pediatra lo solicite o con inyectarle cualquier medicina que sea necesaria.