La hora de comer puede llegar a convertirse en una auténtica batalla con un niño pequeño, básicamente porque puede resultar lago difícil seguirle la pista de lo que no le gusta y lo que le gusta a un niño. De hecho es bastante corriente descubrir que la comida que ayer era su favorita hoy no les gusta para nada.
Ante todo calma
La mitad de los niños de aproximadamente uno o dos años de edad desarrollan unos hábitos alimenticios bastante caprichosos y la mayoría de ellos tienen días en los que estás más tiquismiquis. Aunque esto es algo normal, lidiar con un pequeño que hace muecas de desprecio a todo lo que le ofreces, puede llegar a dificultar la posibilidad de ofrecerle una dieta equilibrada y variada.
Así que lo único que vas a necesitar es una buena dosis de calma y para ello trata de organizar los horarios de las comidas de acuerdo a los ritmos de los pequeños. Dales de comer cuando sientan hambre y verás cómo rápidamente se forma un patrón que te servirá de base para la rutina restante.
Deja que coman a su ritmo, sin meterles prisa y no trates de insistir en que se lo terminen todo. La hora de la comida tiene que ser un momento de disfrute y de relax.
Tampoco desistas de ponerle un alimento porque lo haya rechazado una vez. Trata de volver a incorporarlo a su dieta pasados unos días. Además una de las manías de los niños en esta edad es rechazar las verduras. Si te resulta imposible que las coma, intenta compensarlo aumentando el consumo de frutas.
Vigila que el entorno en el que coma el niño esté bien tranquilo para que no pueda distraerse mientras come en ver la televisión o jugar.
Comienza ofreciéndoles porciones pequeñas y no dudes en felicitarlos cuando se las acabe. Esto puede contribuir a que cada vez quiera comer un poco más. También puedes hablarle de una manera positiva de los alimentos que se están consumiendo. Por ejemplo: “umm… que ricas están estas espinacas” puede hacerle ver que con la comida también se puede disfrutar.
Aunque tengas la sensación de que los gustos de tu pequeños van cambiando día a día, lo más importante es que trates de ser paciente ya que con un poco de persistencia, tu hijo va a superar esta fase tan exigente y va a aprender da disfrutar de una dieta equilibrada, sana y nutritiva.
Mientras esta etapa llegue a desaparecer no olvides ofrecer a tu hijo leche para que le aporte el hierro y las vitaminas que necesitan para crecer y que no descienda el nivel de sus nutrientes hasta que por fin salgan de esta etapa tan rebelde. Y nunca cedas a sus chantajes ya que si se acostumbra a comer lo que le dé la gana ahora, cuando sea más mayor no querrá probar nada tampoco.