Peleas entre hermanos

Aunque pueda parecer que un hermano será el mejor compañero de juegos para un niño o niña, lo cierto es que en lugar de divertirse y jugar juntos, se pueden llegar a pasar horas y horas protestando, discutiendo, protestando e incluso pegándose alguna vez que otra. Pero, ¿por qué se están peleando continuamente?

Existen algunos factores que explican por qué son muchos los hermanos que se pasan el tiempo peleando entre sí, por eso es conveniente tenerlos en cuenta para entender sus relaciones e intentar ayudarles en todo lo posible a mejorarlas entre ellos.

La edad

Según va aumentando la autonomía de los niños, las discusiones pueden ir haciéndose más frecuentes. Por ejemplo, hasta los cinco años aproximadamente, las agresiones físicas del tipo tirar del pelo o morder, son más frecuentes y son debidas en una gran parte, a la etapa de evolución en la que se encuentra el niño. A partir de esa edad, va consiguiendo más control sobre su expresión oral por lo que sus ataques se van a ir volviendo poco a poco más en verbales que en físicos.

Los años que les separan

Desde el punto de vista de la psicología infantil, se pone énfasis en que los niños que tienen menos de dieciocho meses de diferencia entre sí, se crían prácticamente como si fueran mellizos. No son capaces de recordar la relación con sus padres sin su hermano al lado, algo que hace que el factor «celos» disminuya considerablemente. Son amigos y comparten los juegos pero por el contrario, suelen competir más a la hora de reclamar la atención de sus padres.

Cuando la diferencia que los separa es de más de cinco años, se van a criar como si fueran hijos únicos, siendo su relación más distante ya que se encuentran en diferentes etapas evolutivas. Si el hermano mayor abusa de su autoridad, o chantajea o ignora al más pequeño, no se va a poder escapar del conflicto, de igual manera que cuando el benjamín utiliza su edad para chivarse continuamente o para buscar la protección de un adulto.

Necesidad de competir

Los niños necesitan poner a prueba sus habilidades y medirse con otros niños, y los que más a mano están para ello, son sus hermanos. Esta actitud desde luego que es necesaria y sana para desarrollar una autoimagen y una autoestima correcta, adquiriendo con ello seguridad y mayores ganas de superarse. Por eso en este caso los adultos no debería impedir estos pequeños «combates competitivos», aunque sí por supuesto, si derivan en agresiones verbales y físicas.

Celos

Los celos pueden llegar a envenenar las relaciones entre hermanos muchísimo. En este caso es necesario ayudarles a desarrollar su inteligencia emocional para que aprendan a reconocer sus sentimientos y para que controlen aquellos que les perjudican, como por ejemplo los celos. Además si éstos son constantes e intensos, los padres deberían analizar la forma en que ellos se relacionan con sus hijos, ya que puede que sin pretenderlo, estén avivando esos sentimientos con un trato diferente entre los hijos que ellos interpretan como una preferencia afectiva.

La personalidad

Por supuesto la forma de ser de un niño tiene también mucho que ver con la forma en que se relaciona con los demás. Un niño que sea conciliador se va a llevar mejor con uno que tenga un carácter fuerte.

Malos momentos

Todo el mundo pasa por algún que otro momento más complicado de lo normal que puede llegar a degenerar en una actitud poco conciliadora y los niños no son una excepción. Si alguno de tus hijos se encuentra de mal humor con frecuencia, poco colaborador, triste, pasivo e incluso algo agresivo, es conveniente profundizar en su entorno más cercano y hablar con él para intentar averiguar cuanto antes dónde se encuentra el problema.