Realizada en más del 50% de los partos la episiotomía es hasta hoy una intervención cuestionada ya que para algunos profesionales se trata de un corte que realizado de forma perfecta evita un desgarre, en tanto que para otros no deja de ser un procedimiento quirúrgico que tiene sus riesgos. En la práctica la episiotomía es un corte que se realiza en el perineo (espacio entre la vagina y el ano) y cuyo objetivo es permitir que la cabeza del bebé pueda salir con mayor facilidad durante el parto.
Algunos profesionales de la salud consideran la episiotomía como un procedimiento indispensable en ciertos casos donde por ejemplo, es necesario realizar la extracción del bebé de forma instrumental y también cuando éste se encuentra en una posición anormal o si existe sufrimiento fetal. Siendo realizado como una manera de acelerar el parto.
Los médicos que se manifiestas contrarios a realizar este tipo de intervención como algo rutinario, coinciden con los padres que la consideran como “antinatural” y en la mayoría de los casos totalmente innecesaria, sobre todo teniendo en cuenta que la incisión practicada en de un tamaño mucho mayor que si se produjera un desgarro espontáneo.
Asimismo, entre los argumentos en contra de esta práctica indiscriminada están los problemas de posibles hemorragias, infecciones, un doloroso post-parto y dificultades en las relaciones sexuales futuras.
Anatómicamente, el perineo posee propiedades que se contraponen y a la vez se complementan ya que por un lado existe la elasticidad y por el otro la resistencia que es la encargada de producir una fuerza para oponerse al empuje durante la contracción uterina en el parto. Estas dos fuerzas en direcciones opuestas es el fundamento esgrimido por los médicos que están a favor de realizar la episiotomía, ya que según ellos el perineo provoca un retraso para que el bebé pueda salir y la cabeza del bebé es la que puede ocasionar el desgarro.
Existen también quienes sostienen que un desgarro puede producirse según la modalidad del parto que ha sido adoptada.
Así, en el parto natural practicado en el pasado la mujer adoptaba la posición de cuclillas, donde la fuerza de empuje se dirigía hacia el ano como consecuencia de la posición del tórax que se desplazaba hacia delante, pero esto en la mayoría de los casos producía desgarros graves.
Existe también, una técnica llamado de parto con protección perineal mediante la cual se hace presión sobre el perineo con una mano, como una forma de evitar la brusca salida del bebé, impidiendo gran número de desgarros.
En tanto que la más utilizada en la actualidad es la técnica del parto con anestesia epidural, que provoca una ausencia total de presión abdominal disminuyendo así la fuerza de empuje que realiza la madre pero que a su vez supone un retraso en la salida del bebé que el médico soluciona realizando precisamente una episiotomía.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho una recomendación sobre este tema para que no se supere una tasa del 10% de episiotomías. O sea, que éstas sean realizadas sólo en casos estrictamente necesarios y no como un procedimiento de rutina en el quirófano.
Sin embargo, en el momento del parto la decisión de realizar este procedimiento quirúrgico es del médico, ya que él es el único que puede evaluar si el perineo se encuentra distendido lo suficiente para que el bebé sea expulsado sin provocar un desgarro.
Con posterioridad al parto los médicos recomiendan para evitar dolores, molestias e infecciones, la toma de analgésicos, baños calientes y una higiene absoluta, pero en definitiva quien sufre con todo esto es la mujer.
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