Una vez organizados todos los preparativos llega el momento en que suena el timbre de casa y los invitados comienzan a aparecer y con ellos las emociones y el ruido. Ese es el momento exacto de mantener la calma y permitir que los niños disfruten lo máximo posible.
Todo bajo control
Los niños no van a necesitar que a cada momento les estés diciendo lo que tienen que hacer puesto que pueden jugar perfectamente solo sin la guía de una persona adulta. Así que mientras estén jugando tú puedes aprovechar para terminar de preparar la comida, para organizar los juegos, o simplemente para relajarte tomando una taza de café junto con el resto de los padres. Al finalizar el día podrás comprobar en los ojos de los pequeños con su brillo característico de ilusión, que todo el esfuerzo que has realizado ha merecido la pena.
Monta una rifa
Con este juego conseguirás añadir más emoción a la fiesta y mayor diversión. Tendrás que tener de antemano diseñados los regalos. En este caso no va a haber ningún perdedor por lo que todos los niños van a recibir un detalle. Así que en el momento de planificar el sorteo debes hacerlo de tal manera que todos los niños ganen algo. Los premios pueden ser cosas pequeñas como golosinas, globos o cualquier otro detalle que encuentres en la tienda, eso sí, recuerda elegirlos de acuerdo con la edad de los pequeños invitados.
Jugar en la oscuridad
Si en algún momento de la fiesta notas que el ambiente está empezando a decaer y los niños comienzan a aburrirse, sugiere jugar al escondite. Es un juego muy sencillo y en el que hay que actuar con rapidez. Cierra las ventanas y cortinas de la casa y con todo a oscuras los niños podrán jugar a este clásico tan divertido.
Otra opción es comprar bombillas de luz negra para crear una atmósfera de lo más espeluznante. De esta manera los niños comenzarán a revolotear como si fueran unos pequeños fantasmas.
Un plan B
Te aconsejamos que tengas un plan B preparado para utilizar en el momento más insospechado. Un ejemplo de un plan alternativo podría ser el dejar a los niños que jueguen a su ritmo. Y es que en ciertas ocasiones los pequeños pueden llegar a sentirse algo abrumados por la agitación de la fiesta y preferirían jugar entre ellos mismos sin que ninguna persona adulta esté a su alrededor. Eso sí, esto va a depender por supuesto, de la edad de los niños.
Otra opción en el momento de organizar la fiesta de cumpleaños es aplicar el popular dicho “menos es más”. Los que más desean los niños es interactuar y jugar entre ellos por lo que un juego de mesa o unas piezas de construcción les pueden servir para que pasen un buen rato. Pregúntales lo qué quieren hacer o a qué quieren jugar ya que ellos mismos, mejor que nadie, saben lo que les gusta.