Una dieta rica en proteínas, no tomar el desayuno, descansar poco por las noches, demasiado tiempo frente al ordenador o la televisión e incluso, haber tenido un elevado peso al nacer, son pautas que favorecen la obesidad infantil. Vamos a intentar indagar un poco más sobre este tema a continuación.
Programación genética
Según estudios realizados el niño es «programado» genéticamente durante la gestación por lo que si la madre está muy obesa o gana mucho peso durante el embarazo, el bebé tendrá más probabilidades de tener exceso de peso en un futuro. Incluso la flora bacteriana de la mamá va a condicionar el desarrollo en el bebé de una microbiota intestinal, que puede asociarse a sufrir un mayor riesgo de obesidad.
Tanto los nueves meses que dura el embarazo como los dos primeros años de vida del niño, resultan fundamentales para el resto de la vida del pequeño. Existen estudios que han podido demostrar que el peso que tiene el bebé en el momento de su nacimiento influye en el riesgo de sufrir obesidad cuando es adulto de tal manera que si toma el pecho o no. Las posibilidades que tiene de sufrir obesidad son menores si el niño ha sido amamantado. Aunque es cierto que si los hábitos de vida son saludables y normales, es muy probable que el niño nunca llegue a ser obeso.
No tomar el desayuno
Se ha demostrado que no tomar el desayuno es un factor importante para poder determinar si el niño tiene posibilidades de ser obeso o no. Hay padres que confirman que sus hijos a la hora del desayuno no toman nada porque no les «entra» y después, los mismos niños, se pegan grandes atracones. El organismo se encuentra preparado para recibir mayor cantidad de nutrientes y aprovecharlos mucho mejor, durante las dos primeras horas después de levantarse y si no se desayuno, se reparten mal los alimentos a lo largo de todo el día lo que favorece que se acumula grasa.
El desayuno tiene que ser casi tan completo como la comida o la cena, aportando un 25% aproximadamente de los nutrientes necesarios durante todo el día. Un desayuno perfecto tiene que estar compuesto de una pieza de fruta, algún lácteo y cereales.
Falta de sueño
Está detectado que una gran parte de los niños no duermen las horas que deberían y el sueño es fundamental para regular la secreción hormonal, ya que algunas hormonas tienen ritmos biológicos que se segregan en fases determinadas del sueño, como la hormona del crecimiento, aunque también puede pasar con otras hormonas como las relacionadas con la obesidad, tales como la ghrelina y la leptina. La primera es la encargada de estimular la sensación de hambre y la segunda avisa del estado de saciedad al cerebro.
Según algunos estudios llevados a cabo,, la falta de sueño puede provocar una cambio en dichas hormonas por lo que los niños pueden tener más apetito y no se sacien fácilmente. Pero, ¿cuántas horas se supone que son suficientes? Está definido como un descanso insuficiente dormir menos de doce horas al día en los bebés de entre seis meses y dos años. Entre los tres y cuatro años menos de dos horas está considerado como falta de sueño al igual que dormir menos de nueve horas entre los niños de cinco y de siete años.