Durante su desarrollo y evolución el niño pasa por diferentes etapas y cada una de ellas tiene características propias que es necesario conocer previamente sobre todo aquellas que pueden causar conflictos de forma constante en el ámbito familiar. Así los ?niños rebeldes?? se caracterizan por desarrollar una conducta que tiene como objetivo principal el oponerse a todo ya sea en caso o en el colegio.
Generalmente esta conducta es llevada adelante por el niño como una manera de ser autosuficiente y suelen demostrarse rebeldes contra los adultos tanto sus padres como maestros.
Según los especialistas este no es un fenómeno que puede apreciarse a cualquier edad y es más frecuente en los varones que en las niñas. La conducta se refleja en desobediencia, exigencias e intransigencias a cualquier cosa que les sea propuesta.
Muchos padres preocupados por esta actitud se preguntan cuál es el motivo y entre varias causas pueden mencionarse una gran permisividad por parte de los adultos que acceden de forma constante a las peticiones de sus hijos.
En estos casos puede hablarse de sobreprotección, donde no existen límites ni normas que frenen esa conducta intransigente. Es pues obligación de los padres establecer ciertas “reglas” que deben cumplirse para lograr una convivencia armoniosa, ya que el niño no tiene capacidad para autolimitarse.
Asimismo, un factor desencadenante de las actitudes rebeldes por parte del niño puede estar relacionada con alguna situación que se vive en el seno de la familia, como la llegada de un hermanito, momento en que los celos se ponen de manifiesto ya que se sienten faltos de atención.
En ese contexto el niño se valdrá de cualquier tipo de estrategia para llamar la atención de sus padres, y por supuesto que la rebeldía es una excelente forma de lograrlo. Por otra parte, los niños rebeldes ven en la figura del adulto un obstáculo importante que les impide cumplir con sus deseos y luchan para lograr una posición de mando.
Los niños rebeldes generalmente son muy competitivos y se valen de cualquier método para lograr sus objetivos sobre todo utilizan sus emociones como una manera de demostrar su gran intransigencia. Los psicólogos especializados en niños y adolescentes llaman a este comportamiento como Trastorno Negativista Desafiante (TND).
Se trata de un comportamiento desafiante y muy rebelde que aparece en el niño y con él son capaces de alterar de forma increíble el ambiente y armonía de la familia, ya que la intensidad y frecuencia de su mala conducta hace imposible vivir con tranquilidad.
Una actitud hostil que llega a desesperar a sus padres que no saben qué hacer. En principio será necesario que dentro del núcleo familiar exista una “cabeza visible”, un papel que será adoptado por un adulto con personalidad firme que no se deje llevar en los momentos de tensión e ira que el pequeño provoca.
Ante un ataque de rebeldía la familia debe mantener siempre el control y dejar ver ninguna reacción brusca, ya que la idea es que el niño comprenda que debe responsabilizarse por su comportamiento y las consecuencias de sus conductas.
No se trata tampoco de obligar al niño sino presentarle opciones para que ellos tomen sus propias decisiones, una forma de aprender a valorar los pros y contras en cada situación que se les presente. La mayoría de los psicólogos relacionan el comportamiento rebelde como una falta de madurez emocional que el niño debería haber adquirido en sus primeras etapas de formación.
Niños que se vuelven egocéntricos y que siempre desean ser el centro de atención Es importante que los padres comprendan que una gran parte de los casos de rebeldía en los niños es posible resolverlos modificando la forma de educar a los niños en casa pero también atendiendo sus necesidades psicológicas y afectivas.
Será oportuno establecer en la familia conductas que no sean difusas y los padres acordarán los límites para sus hijos dejándolos bien claros ante ellos. Una conducta rebelde o negativa recibirá una sanción pero esto no debe ser una constante en la vida familiar porque transformaría el hogar en un sitio solo de prohibiciones y sanciones.
Por otra parte debe transmitirse afecto y buena disposición por parte de los padres a través del deseo de participar de las experiencias de sus hijos logrando un vinculo positivo que hará que el niño deje su actitud rebelde. Antes de actuar el adulto debe escuchar ya que es la única forma que el niño tiene para liberarse de la tensión acumulada, independientemente de estar o no de acuerdo con las expresiones del niño.
El secreto está en establecer buenas relaciones, evitar la confrontación constante y hacerlo a través del diálogo, algo que ayudará al niño a comprender los límites y reforzar sus conductas positivas.
Foto Vía: Lifeonlifecoaching