Los estereotipos en la sociedad moderna hacen que el ser delgado sea sinónimo de belleza y de un valor en tanto que la obesidad se traduzca en un fracaso para quien la padece. Esta situación afecta a nivel psicológico tanto a los adultos como a los niños, sobre todo cuando el rechazo forma parte de una conducta que tiene mucho que ver con el comportamiento de los niños hacia otro que ven como ?diferente
Es en este contexto precisamente donde pueden aparecen en los niños los trastornos de alimentación como la bulimia, anorexia y obesidad.
Existen determinados factores que pueden predisponer a algunos niños a sufrir de alguno de estos trastornos. Conocerlos puede ayudar a los padres a tomar un camino adecuado en busca de una solución.
Así por ejemplo, la anorexia tiene como característica principal una necesidad imperiosa de controlar el propio peso. El temor intenso a engordar y a no tener control a los alimentos que se ingieren lleva a una restricción progresiva de alimentos. Esta sintomatología es acompañado casi siempre por un trastorno con relación a la percepción que niño o adolescente tienen de su propia imagen corporal y allí es donde el control sobre la comida pasa a ser lo más importante en el día a día.
En el caso de la bulimia es un proceso diferente al de la anorexia porque aquí se trata de una ingesta incontrolada y en grandes cantidades de alimentos seguida inmediatamente de vómitos provocados, sumándose a esta circunstancias los sentimientos de culpa y desprecio, trayendo con el tiempo una pérdida total de control sobre la alimentación y una obsesión por la figura con un miedo terrible a engordar.
Ya si hablamos de la obesidad, también se trata de la ingesta en grandes cantidades de todo tipo de alimentos pero diferenciándose de la bulimia por el hecho que no existe el episodio de los vómitos provocados. Se caracteriza por una dieta alimenticia totalmente desordenada y con un alto contenido calórico. Ante cualquiera de estas situaciones, los padres deben tomar cartas en el asunto ya que todas ellas son importantes y pueden traer consecuencias graves al niño que sufre de alguna de ellas.
La consulta al pediatra será el primer paso ya que existen diferentes factores que pueden predisponer a un trastorno de alimentación. Entre ellos podemos mencionar por ejemplo:
- Tipo de temperamento
- Extremado perfeccionismo
- Intolerancia y rigidez extremas
- Ansiedad
- Timidez
Estos son solo algunos de los factores que se entrelazan con otras circunstancias como puede ser la separación de los padres durante la pubertad, la muerte de un ser querido, mudarse de ciudad o país.
Un niño tímido que tiene por ello problemas de relacionamiento a nivel social y también aquellos que se niegan a comer ciertos alimentos o no desean probar nuevos sabores, pueden agregarse a la lista de motivos que llevan a padecer de trastornos alimenticios.
Algo que suele darse, sobre todo en los niños y adolescentes obesos, es la actitud que muchos miembros de la familia toman frente a su exceso de peso, críticas y bromas solo consiguen aumentar la angustia y por ende la convulsión a comer.
Asimismo, existen familias que tienen todo bajo control y son excesivamente organizados, ellas son el medio perfecto para muchos pacientes anoréxico, mientras que otras donde el descontrol y un ambiente siempre cargado de críticas son el entorno típico de un niño bulímico.
También, existen grupos familiares donde el mensaje que recibe el niño es que la comida es un modo de compensación de las frustraciones y por lo tanto comer es igual a recompensa y consuelo.
La enseñanza de buenos hábitos alimenticios es fundamental para que el niño crezca en un entorno saludable donde la comida no sea utilizada ni como premio ni como castigo.
El tiempo de las comidas desde el desayuno hasta la cena no debe ser el momento de conflicto o lucha de poderes,
Por último, es esencial enseñar al niño a comer de todo y en cantidades razonables y adecuadas para una correcta educación alimenticia y hábitos saludables a los que se sumará la actividad física.
Foto vía: timesofmalta