Dependiendo del modo en que tratemos a nuestros hijos podemos fomentar en ellos la autoestima o crear en ellos algunos complejos.
Algunos niños pueden subestimarse por creerse en algún aspecto inferiores a los demás por su aspecto físico o su capacidad intelectual. Debemos salir al paso para que no se consolide esto y evitar así que se sientan incapaces de estar a la altura de los demás, ya que si se dejan llevar les produce miedos y complejos que con el tiempo son difíciles de superar.
Para que crezcan seguros de sí mismos es importante que les dejemos pensar por sí mismos y decidir sobre cosas que les afectan directamente, no hay que pensar que así pueden hacer lo que les apetezca, debemos conseguir que quiera hacer lo que deben. Y sobre todo es muy importante que no se cree complejo de oveja negra, que piense que todo lo hace mal. Eso ocurre a veces, cuando él se empeña con toda su buena voluntad en hacer las cosas lo mejor que puede y no consigue contentar a nadie. Entonces siente que fracasa en todo lo que intenta. Es fácil que sus ocurrencias a veces sean disparatadas, pero hay que valorar lo que dicen y no siempre tachar sus iniciativas. Hay que evitar decirles pues yo a tu edad hacia esto o lo otro. Cada uno generalmente hace lo que puede y los adultos deben ayudarle a corregirse pero intentando resaltar las cualidades, y aquello para lo que está dotado. La exigencia es buena, pero siempre adecuada a las capacidades de cada uno, exigir a un niño por encima de lo que puede, no es ayudarle a sentirse seguro, sino incidir en los complejos.
No podemos evitar que los niños no se comparen, eso ha ocurrido siempre. Pero a veces somos nosotros los que hacemos las comparaciones, y les insistimos en cosas que en ocasiones son difíciles de resolver. Por ejemplo peso, notas, timidez… No pensemos que por hablarles mucho de su apocamiento en la forma de ser vamos a conseguir que se hagan más sociables, quizá vamos a cosechar el efecto rebote y que sea más consciente de sus limitaciones. Debemos ayudarle a superarse sin hacer alusiones a cómo son sus compañeros, hermanos, amigos… Las comparaciones, como bien se dice son odiosas.
Otra causa importante de complejos de inferioridad son los defectos físicos: sordera, miopía de los cuales nadie es responsable; los niños con frecuencia son crueles y se burlan de otros que destacan por algo, por ejemplo niños que son muy altos, o muy bajitos, o tienen el pelo de color rojo o muy rizado, o son tienen otro color de piel porque son de otra raza. Un tono de burla, un comentario hiriente o de menosprecio pueden sembrar la semilla de la inseguridad o de un pequeño complejo.
Las inferioridades reales no podemos ocultarlas ni a sus ojos ni a los de nadie, son así; si podemos ayudarles a aceptarlas, y situarlas en su justo lugar. Ayudarle a conocer sus limitaciones y a desarrollar las demás cualidades. No podremos evitar que fuera de casa a veces se tropiece con la burla, u otras cosas, pero sobreprotegiéndole no vamos a conseguir nada bueno, sino que se sienta peor cuando se metan con él.