Los niños tienen diferentes tipos de comportamientos y todos guiados por su forma de ser, su personalidad y temperamento, el cual se forma a través de la educación que reciben y de lo que aprenden de quienes los rodean. Los padres siempre quieren educar de la mejor manera a los hijos pero en medio de este proceso, de su crecimiento, de la relación con otros niños, de la influencia en los colegios y de sus experiencias y gustos, pueden definir su propia personalidad y a veces no es la que esperarían los adultos, pero si la que tiene que respetarse, aunque orientándolos para corregir lo que no es tan bueno. Lo que si hay que destacar es que los niños desde pequeños empiezan a diseñar sus propias maneras de pensar y es bueno para que no quieran ser como alguien más, sino que tengan su autenticidad.
Hay que saber que los primeros años son los que más influyen en la educación de los pequeños, pues es durante ellos donde absorben todo lo que ven y escuchan y probablemente quieran hacer lo mismo y tal vez, es lo que defienden mientras van creciendo para así forjar su forma de ser. Dentro de los temperamentos que pueden tener, se destacan cuatro tipos, que son los mismos que tiene cualquier ser humano, los cuales son el colérico, el sanguíneo, el melancólico o el flemático. No quiere decir que sean malos o que lo que los caracterice sea negativo, simplemente que se desarrollan a partir de las situaciones, de las necesidades, de los deseos, de las emociones, de las virtudes e incluso de las debilidades.
Por ejemplo, los niños sanguíneos son muy sociables y simpáticos, son los espontáneos que llaman la atención, pero también es muy superficial y no tiene metas claras, simplemente hacer las cosas por hacerlas, su atención es baja y es bastante impulsivo; los pequeños con temperamento melancólico son muy serios por su timidez, analiza todo y observa a los demás antes de actuar, no habla mucho, no socializa rápido ni con muchas personas, pero lo que atrae es su responsabilidad, su orden y la disciplina para hacer las cosas, por eso casi siempre tiene metas trazadas para cumplirlas.
Los chiquitines flemáticos son los que no tienen decisión por sí mismos, hacen lo que los demás quieren, es muy tolerante y tranquilo, tiene buen carácter y en realidad no presta mucha atención a los problemas de los demás, siempre está de buen humor y es mediador, porque le molestan las peleas, discusiones o gritos; y los niños coléricos tal vez son a los que más le huyen los padres y no quieren que sus hijos tengan este tipo de personalidad, pero no porque sean malas personas, sino porque es muy difícil controlar sus características, es decir, son los que quieren dominar, los que gritan, arman pataletas, son manipuladores e insensibles, tiene un pésimo humor y le gusta la competencia aunque siempre quiere ganar, y es común que tenga un comportamiento bastante hiperactivo y rápido.