Las alteraciones del ciclo menstrual no son los únicos trastornos que pueden presentar la mujer con menopausia. Los cambios endocrinos provocan modificaciones en muchas zonas del organismo que a vece se manifiestan en forma de síntomas molestos o de patologías propias de esta etapa.
Trastornos neurovegetativos y sofocos
La variabilidad de estos síntomas es grande y pueden presentarse de una forma aparatosa y notoriamente molesta, hasta ser prácticamente imperceptibles.
El sistema nervioso vegetativo regula el funcionamiento de los órganos internos de forma autónoma, fuera del control consciente. Una de sus características es la de adaptarse a las necesidades de cada momento, por ejemplo, dilata o contrae las pupilas en función de la intensidad de la luz. Pero a su vez, se encuentra bajo la influencia de las funciones nerviosas más elevadas como puede ser los del intelecto, las emociones y las relaciones con el mundo exterior. Esto supone que las alteraciones psíquicas pueden influir en el funcionamiento de los órganos internos. A su vez existe una conexión entre las secreciones hormonales y el sistema nervioso de los órganos que controla por lo que las alteraciones neurovegetativas están parcialmente determinadas por las condiciones psicológicas que vive la mujer durante la menopausia.
Uno de los signos que tradicionalmente se han venido asociando a la menopausia son los sofocos. La mujer los describe como una sensación rápida de calor, cuando antes tenía más bien frío, que sube desde el pecho al cuello y la cara, acompañado de enrojecimiento de la piel en esas zonas. La intensidad del calor varía de una mujer a otra y puede ir desde la sensación de fiebre a un simple calor pasajero. La sudoración constituye el enrojecimiento que puede llegar a extenderse por todo el cuerpo, incluso en mujeres que habitualmente no traspiran.
La mayor incidencia de los sofocos se da en los meses siguientes a la última regla y aunque no están claras sus causas, todo parece apuntar a que son consecuencia de la disminución de los estrógenos. La falta de ellos produciría una dilatación de los vasos sanguíneos con la consiguiente sofocación. Se ha demostrado que pueden disminuirse los sofocos con un tratamiento a base de estrógenos sintéticos.
Otros síntomas típicos de la menopausia
Los dolores de cabeza o jaquecas se presentan preferentemente en mujeres con una especial predisposición, que ya habían padecido crisis de migraña antes de la menopausia. El dolor de cabeza es uno de los síntomas que pueden producir un nivel de ansiedad elevado, si la mujer atraviesa por momentos emocionales inestables. Otros síntomas son la sudoración sin sofocos, los vértigos, las sensaciones de hormigueo, palpitaciones, sensación de opresión en el pecho, hipertensión, etc.
También las alteraciones de la piel es uno de los indicadores externos que mejor permiten apreciar el paso de los años, se reseca, arruga y pierde elasticidad. Los estrógenos juegan un importante papel en el cambio de textura y en la reducción progresiva del grosor de la piel. El pelo también sufre modificaciones: se vuelve más fino, aumenta su proporción en algunas zonas del cuerpo, como la barbilla y el labio superior, mientras disminuye en otras, como el pubis.
Las hormonas sexuales, sobre todo los estrógenos, son las responsables de estimular la formación de minerales, por ello la menopausia supone la rotura del equilibrio hormonal y el empobrecimiento del esqueleto, volviéndose los huesos más frágiles. Hacer ejercicio y una dieta equilibrada, con suficiente cantidad de productos lácteos ayuda a prevenir la osteoporosis.