Consumir un yogur diariamente, alimento preparado con leche fermentada, es cada vez más importante para mantener una dieta equilibrada ya que nos ayuda a cubrir la cantidad de calcio que necesita el organismo si además de este producto, tomamos otras dos raciones diarias de lácteos a lo largo del día.
Características del yogur
Este delicioso alimento, consumido tanto por pequeños como por mayores, cuenta con un aporte de calcio mayor incluso que el que proporciona un vaso de leche, concretamente un 10% más, a la vez que, gracias a sus características, se consigue una máxima absorción del calcio. También es una fuente importante de potasio, fósforo, zinc y magnesio, además de vitaminas como la A y la D, siempre en cantidades variables, dependiendo del tipo de leche con el que se ha elaborado, sustancias, todas ellas, que ayudan a un buen funcionamiento en general de nuestro organismo.
Entre sus principales cualidades hay que destacar que ayuda a la regulación del tránsito del intestino ya que los fermentos del yogur contribuyen al buen funcionamiento del aparato digestivo pues se complementan con los microorganismos existentes en la flora intestinal, regulando el sistema inmune de ésta, además de evitar la invasión de bacterias. Por supuesto, también contribuye a la prevención de la osteoporosis, enfermedad que se caracteriza por la reducción de la masa ósea y que conlleva un aumento de posibles fracturas de los huesos.
Beneficios del yogur
Según estudios realizados recientemente se ha comprobado que tomando un yogur al menos al día se consigue una mejor respuesta de tipo metabólico porque favorece la lenta absorción de la glucosa ayudando a regular la sensación de apetito y aumentando la sensación de bienestar.
Las personas obesas que realizan dietas en las que se incluyen un alto consumo de lácteos, como el yogur, consiguen reducir su peso corporal hasta en un 20% mayor que en las personas que se someten a dietas pobres en lácteos. Se ha demostrado que los adultos que consumen aproximadamente 1.000 mg. de calcio al día, que podría ser el equivalente a un yogur y dos vasos de leche, se conseguiría evitar el riesgo de obesidad y sobrepeso.
Los fermentos lácticos vivos que encontramos en el yogur, ayudan a poner en marcha los mecanismos de defensa con los que cuenta el organismo, es decir, su respuesta inmunitaria, para luchar contra la invasión de sustancia extrañas produciendo mayor cantidades de las sustancias que suelen aparecer en cualquier proceso de infección, como los glóbulos blancos que devoran los microorganismos nocivos del cuerpo. Además contribuye a disminuir el riesgo de sufrir diarreas causadas por ejemplo, por el uso de antibióticos, o al menos, acortar la duración de ellas, gracias a los prebióticos que contienen y que se incorporan a la flora intestinal haciéndola más resistente al ataque de las bacterias causantes de enfermedades típicas del intestino.