La celebración de Halloween es una suma de tradiciones, algunas muy antiguas y otras algo más modernas, que tiene versiones distintas en algunos países, aunque sin duda la fiesta de Halloween más famosa en la que celebran en Norteamérica en la que las calabazas, los disfraces y el culto a la muerte y al terror se han convertido en sus principales señas de identidad.
Origen de la fiesta de Halloween
Los primeros que celebraron esta fiesta en realidad fueron los celtas. Éstos, cada 31 de diciembre, rendían culto a Samhain, dios de sus muertos y en esta fecha también los druidas contactaban con sus difuntos. Esta era la noche que por entonces marcaba el final de ese año y todo el mundo lo celebraba a lo grande.
Cuando los romanos comenzaron su invasión, la cultura de los celtas se mezcló con la cultura de los césares, llegando a desaparecer los druidas, aunque la fiesta de los “muertos” no lo hizo del todo, ya que los romanos la unieron a sus fiestas de Pomona que se celebraban en honor a la diosa de la fertilidad. Así el antiguo Halloween sobrevivió con el paso del tiempo y pudo conservar algunos de sus rituales y una gran parte de su espíritu.
Cuando llegó el cristianismo a Europa apareció un rival nuevo. La fiesta de los santos se trasladó al día 1 de noviembre y en el año 840 se convirtió en una fiesta universal por orden del papa Gregorio IV. Al ser una gran fiesta requería de una vigilia: el 31 de octubre, es decir, la noche de los “muertos” de los celtas. A esta vigilia se la conocía como “all halow´s Even”, que traducido significa “vigilia de todos los Santos”, cambiando con el paso de los siglos su pronunciación hasta llegar al actual Halloween.
La Calabaza
Al llegar los irlandeses a Estados Unidos, introdujeron la fiesta de la noche de las brujas y con ella el símbolo más famoso de esta celebración: la Jack o lanter (calabaza hueca con vela en su interior).
Esta arraigada tradición proviene de una leyenda de Irlanda que contaba que un tal Jack al morirse, de lo malo que fue en vida, se le prohíbe entrar en el cielo y en el infierno, siendo condenado a vagar a través del mundo buscando su entrada a cualquiera de estos sitios, siendo su único compañero un repollo con una vela en su interior. Más tarde los irlandeses americanos cambiarían este repollo por una calabaza, algo mucho más sencillo de conseguir en su nuevo hogar.
Los Dulces
Otra de las tradiciones más arraigadas de Halloween es pedir dulces y por supuesto, comérselos. Según dicen, esta tradición nació en Europa durante el siglo IX. Cada dos de noviembre los cristianos caminaban de pueblo en pueblo pidiendo pedazos de pan dulce o “tortas de alma”. Cuantos más pedazos recibían, más fuerte rezaban por los parientes difuntos de quienes se las daban. Esta costumbre con el tiempo se fue fusionando a la fiesta de Halloween hasta que llegó a convertirse en otro de los rasgos más típicos de esta celebración.