A lo largo de los primeros años de su vida, el niño va manifestando una conducta evolutiva tanto en su comportamiento como en sus actividades. Conocer cuales son las más comunes nos ayudará a comprende mejor a nuestros hijos.
Expresión emocional a los cinco años
Los cinco años están considerados como el final de la primera infancia en la que el niño ha recorrido la cuesta más escarpada y llega a una meseta más suave tanto para el propio niño como para los padres. Es un período de equilibrio emocional, lo que no quiere decir que no pueda oponerse a aquello con lo que no está de acuerdo. Es dueño de sí mismo, serio, reposado, reservado y su relación con el ambiente se plantea en términos amistosos y familiares. Disminuye el llanto, tanto en frecuencia y duración como en intensidad, incluso puede retener las lágrimas.
Cuando llora es porque está cansado, irritado o no puede salirse con la suya. Asimismo disminuye la agresividad. Tiene ataques ocasionales en los que amenaza o patea el suelo y cierra las puertas violentamente. Siente orgullo, tanto de sí mismo y de sus pertenencias como de su familia, especialmente de su madre. Se muestra afable, afectuoso, comprensivo y servicial, pues busca la compañía y el apoyo del adulto. Sigue gustándole mucho hablar, y aprovecha cualquier oportunidad en parte porque siente gran curiosidad por todo lo que le rodea y desea tener mucha información. Pide al adulto que le lea disfruta mucho con esta otra fuente de información.
A los seis años
Pasado este período tranquilo, a los seis años vuelve un marcado desequilibrio, porque su emociones son muy intensas. Pasa de un extremo al otro. Es muy sensible y cualquier cosa le puede herir y hacer estallar fácilmente en llanto o en ataques de cólera, llegando a la agresión verbal o física. Dado que es muy excitable, se irrita fácilmente y se pelea y discute. Su lenguaje se corresponde con este comportamiento y es agresivo, lleno de insultos, amenazas y obscenidades. Es una etapa extremadamente agresiva. Si se le envía a su cuarto, puede intentar destrozar los muebles, incluso en condiciones normales puede ser destructivo con los objetos. Si no siente un gran amor por los animales, entonces puede manifestarse considerablemente cruel con ellos.
Contradice, discute y se resiste a obedecer. Por otra parte, se le considera un niño llorón pues llora por cualquier cosa. Trata de dominar a los demás y los ataca con críticas y acusaciones. Busca el elogio y la aprobación pero no acepta la crítica y se rebela contra las normas que establece el adulto, llegando a mostrarse descarado. Con todos estos problemas pierde el sentido del humor. La información que ha ido acumulando le hará creer que lo sabe todo y puede fanfarronear de ello. De todos modos, a veces puede mostrarse angelical y buen compañero.