La manera que tiene un niño de manifestar su forma de ser y su carácter se observa en todas sus actitudes corporales ya sean gestos, risas, contorsiones faciales o gritos.
Expresión emocional a partir del primer año de vida
Cuando nuestro hijo se encuentra aproximadamente en su primer año de vida se incrementa de una manera considerable el intercambio social, mostrando un afecto indiscriminado ante todo el mundo y sonriendo más abiertamente. Empieza a repetir las acciones que han hecho reír a los demás. Disminuye el llanto, ahora llora ante irritaciones o frustraciones específicas o pidiendo atención.
A lo largo de este primer año tiene un mal equilibrio emocional, muy variable, impulsivo; se vuelve exigente e imperioso. Al año y medio se mueve constantemente, quiere estar en todo lo que ocurre en su entorno y muestra los primeros signos de independencia. Aumenta su sentido de la posesión respecto a los objetos. En los accesos de cólera tiene berrinches con llanto violento, se arroja al suelo, patea, golpea, lucha, tira objeto. Se muestra brusco con los niños y animales. Los intentos de aproximación a otros niños pueden ser a través de empujones. Las muestras de afecto le tranquilizan y es consciente de la aprobación y desaprobación de los adultos.
Los dos años suponen una mejora en el equilibrio emocional, está más tranquilo, demuestra abiertamente el afecto a su madre, que puede hacerse extensible a otros adultos y a sus juguetes. Es sensible y dependiente. La agresividad no es una característica fundamental, aunque aún puede golpear o morder a otros niños. Se desarrolla el sentido del humor, puede iniciar juegos básicamente de escondites y persecuciones. Se siente orgulloso de sus nuevas posesiones. Se entrega a luchas por la posesión de ciertos objetos que en ese momento puede desear.
A los dos años y medio pasa por una fase de equilibrio que oscila ente la retracción y la agresión. En los accesos de cólera tiene una reacción extremadamente agresiva de todo su cuerpo. Cuando arremete a otros niños lo hace con intención de lastimarlos. Los accesos de cólera tienden a estar provocados por la interferencia en su actividad física o en sus posesiones. Llora de cólera. Tiende a destruir objetos o toma las pertenencias de los demás. Sin motivo aparente puede golpear a un extraño. Se siente atrapado por los rituales y el negativismo, está más serio, ríe menos, aunque es posible manejarle usando el humor, que permite disolver las tensiones y aumenta la flexibilidad mental. Se vuelve egoísta, posesivo y absorbente y puede expresar celos de los hermanos menores. Se siente orgulloso de su capacidad para hacer cosas.
Hacia los tres años
En esta etapa el equilibrio retorna y parece sentirse satisfecho y feliz. Ha mejorado el dominio de sí mismo. Llora menos y disminuye la exhibición de irascibilidad y de agresividad; el lenguaje toma el lugar de la agresividad física. Se puede entretener solo tranquilamente. Empieza a ser más verbal, a jugar con las palabras. El juego se acompaña de abundantes risas. Está intentando agradar a los demás y se muestra fiable y servicial, resulta más asequible. Sus capacidades van aumentando y se siente orgulloso de ello.