Tos, mocos, fiebre moderada?? estos son algunos de los síntomas que caracterizan a un simple catarro, pero también pueden serlo de la bronquiolitis, una de las afecciones respiratorias más comunes en los niños que tienen menos de dos años. Aprende a combatirla.
Algo más que un catarro
La bronquiolitis es una enfermedad bastante típica en los niños menores de dos años, pero sobre todo en los lactantes que cuentan entre dos y seis meses de edad. Aunque puede aparecer en cualquier temporada del año, es más común que esto suceda entre los meses que van desde diciembre a febrero, tratándose de una enfermedad de infección aguda en los bronquiolos, que son las vías aéreas del aparato respiratorio más pequeñas, dando como resultado que los bronquiolos se inflamen y se obstruyan con lo que la respiración se realiza con bastante dificultad.
Esta infección se llega a contagiar por un contacto directo con gotas de saliva o por secreciones nasales a través del aire. Los niños que están infectados son la fuente principal de trasmisión, sobre todo durante los primeros días. Empieza con un simple resfriado con estornudos, mucosidad y tos seca, pero en dos o tres días, el niño comienza a empeorar, volviéndose la tos más intensa y húmeda, apareciendo fiebre, pitidos en el pecho y dificultad para respirar.
¿Es necesario llevarle al hospital?
Si el niño está resfriado y comienza a respirar de una manera rápida y superficial o está aletargado, es necesario consultar inmediatamente con su pediatra o acudir a urgencias. También hay que estar atenta al color de su piel, de sus uñas y de sus labios, ya que pueden adquirir un color azulado que también es una señal para alertarse.
En algunas ocasiones, será necesario que el niño permanezca en el hospital hasta que su capacidad para respirar mejore. El tratamiento a seguir, siempre que no exista ninguna complicación de tipo bacteriana, consistirá generalmente en tomar medicamente para que le quiten el malestar y bajarle la fiebre. También puede ser necesario el uso de un poco de oxígeno para ayudarle a que respire. Para reducir la inflamación, en ocasiones será conveniente administrarle corticoides.
Ya en casa
Además del tratamiento que el pediatra mande para administrar en casa, se pueden poner en práctica algunos consejos, como por ejemplo intentar que el pequeño descanse semisentado. Para ello se puede colocar un almohadón debajo de la cabecera de su cuna.
Hay que procurar que esté muy bien hidratado, dándole de beber con mucha frecuencia y evitando que tome leche, ya que ésta espesa sus mucosidades. También puedes colocar un humidificador en su habitación.
Puedes aplicarle un poco de suero fisiológico en la nariz para aspirarle la mucosidad y que tenga en todo momento su nariz despejada
Medidas para prevenir el contagio
Existen una serie de medidas preventivas que son bastante eficaces para lograr evitar el contagio, como no exponer al niño a lugares contaminados ni al humo del tabaco. También hay que procurar que las personas adultas que tienen gripe o fiebre no se acerquen, ni besen ni cojan al bebé.