En una pareja con hijos siempre hay uno que pone los límites y el otro el que consiente. Ya sea el padre o la madre el que asuma cualquiera de los dos papeles, el niño no sabrá a quien hacer caso por lo que se deben evitarse este tipo de situaciones lo antes posible por el bien del pequeño y por el nuestro propio.
Cómo evitar ser el bueno o el malo de la película
Con demasiada frecuencia el niño suele distinguir dos figuras dentro de un mismo hogar: el del padre o madre permisivo y divertido y el del progenitor más severo y mucho más estricto que le obliga a hacer cosas tan rutinarias como despertarse por la mañana, obligarle a ingerir comidas que no son de su agrado o incluso instarle al baño diario. En cualquier caso el pequeño distingue entre la figura del “bueno” y la figura del “malo” entre sus dos padres ya que piensa que si uno no le permite o le obliga a hacer algo que no le apetece y el otro por el contrario sí , no sabrá a quien hacer caso.
Para evitar las dudas que asaltan al pequeño ante estos casos es importante que la madre y el padre acuerden una serie de actuaciones comunes de manera que el niño entienda que debe respetar las reglas sea quien sea el que se las recuerde. En cualquiera de los casos, los especialistas recomiendan tener en cuenta que los niños buscan ser el centro de atención en cualquier situación por lo que les da lo mismo conseguirlo a través de una conducta negativa o positiva y si se dan cuenta que lo consiguen con la negativa la llevaran a la práctica cada vez con mayor frecuencia, por lo que es imprescindible premiarles en el momento que utilicen el método más positivo e ignorándoles cuando opten por conseguir lo que buscan de la manera menos adecuada.
Sentimiento de frustración por parte de los padres
Aunque la teoría es muy fácil, a la hora de llevar estas actuaciones a cabo no resulta tan sencillo, sobre todo por la sensación que agobia a todos los padres por sentir que están prohibiendo demasiadas cosas a sus hijos. Pero lo más importante es que los progenitores sean conscientes de que educar a un hijo no es una tarea sencilla y regañarles cuando hacen algo mal también es una manera de demostrarles cariño, pues al fin y al cabo, todo es por su bien.
Darles apoyo y mucha atención a la vez que imponerles algunos límites forma parte de la balanza que ayudará a los pequeños a desarrollarse tanto personalmente como socialmente, pues de esta forma también se conseguirá que sean capaces de aceptar las normas con las que se irán encontrando a lo largo de su vida, aunque no estén de acuerdo con ellas. Acatar las reglas de los profesores de la escuela, de los monitores de sus actividades extraescolares o incluso las de sus propios amigos, les resultará mucho más sencillo si desde pequeños aprenden a que no todos sus caprichos pueden ser complacidos.