La circulación de nuestra sangre es una función que llega a incidir en todos y cada uno de los mecanismos de nuestro cuerpo. Una mujer embarazada debe estar muy atenta y controlar de una manera periódica su tensión arterial para que pueda pasar sin problemas su período de gestación. ¿Qué es la tensión arterial?
La tensión sanguínea o arterial es la fuerza que se va aplicando sobre las paredes de nuestras arterias según el corazón va bombeando la sangre por el cuerpo. Durante la etapa del embarazo, la disminución o el aumento de esta tensión puede originar consecuencias graves ya sea para la salud del bebé como de la madre.
La presión que llega a ejercer la sangre se encuentra determinada por la contracción del corazón y por el volumen de la sangre que bombea en cada ladito. Otro factor que influye igualmente en la tensión arterial es la flexibilidad y el tamaño de nuestras arterias.
Cuándo y cuánto
Durante esos nueve meses que dura la gestación, la tensión sistólica o alta no debe exceder de los 140 milímetros de mercurio mientras que la diastólica o mínima no deberá superar los 90 mmHg. En términos que casi todo el mundo entienda sería 140/90. Si nos encontramos por encima de dichos valores se llega a considerar algo anormal sea cual sea la etapa del embarazo. Los factores, aunque son bastantes y en algunos casos conocidos, es cierto que existen muchos en los que apenas se conocen las causas. Y es que una mujer que se encuentre embarazada, las células que van a formar posteriormente la placenta “invaden” de una cierta manera las arterias del útero que irrigan la sangre, modificando su estructura.
Si a esto le sumamos los cambios de tipo hormonal que se producen en esta etapa, junto con la de la función de los riñones, se provoca una disminución durante el primer trimestre de la tensión de la sangre que se mantiene y que puede llegar a acentuarse a partir del cuarto mes de embarazo, para estabilizarse durante la segunda mitad, aproximadamente, del tercer trimestre.
En el caso de que la tensión arterial aumente, se debe normalmente a un fracaso de los mecanismos que tiene para adaptarse el cuerpo y a otros trastornos de tipo multifactorial, como por ejemplo la inflamación de los capilares internos y las arterias maternas que conllevan una liberación de diversas sustancias que logran una menor circulación de la placenta así como a ciertos espasmos en las arterias de la futura madre que afecta al buen funcionamiento del hígado, de los riñones, del cerebro y del corazón.
Cuando la mujer embarazada note algún tipo de anormalidad, el tocólogo que la atiende deberá determinar tanto el tipo de controles como la frecuencia con la que se deben realizar. Si después de una o dos horas de estar en reposo no se consigue ningún tipo de mejoría en la tensión arterial, se deberá consultar a un especialista, siendo los más recomendable en estos casos el descanso junto con una dieta sin nada de sal, aunque lógicamente te deberán efectuar los estudios pertinentes para averiguar la causa de la hipertensión para poder diagnosticarla correctamente y seguir el tratamiento adecuado para lograr proteger tanto la salud de la madre como la del bebé.
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