Algo que siempre escuchamos por ahí es que los hijos únicos son caprichosos y egoístas, algo que se instalado como una verdad irrebatible, pero que hoy ha comenzado a quedado un mito ya que el hecho de no tener hermanos no es una razón suficiente para tal afirmación.
Este mismo principio podemos utilizarlo para dejar atrás la idea que el hijo único es más consentido ya que en realidad todo depende de la educación que el niño reciba de sus padres desde muy pequeño.
Por otra parte, la sociedad moderna ha llevado a que cada vez sean más las parejas que solo tienen un hijo, ya sea por razones económica o porque se hace cada vez más difícil conciliar familia y trabajo cuando ambos miembros de la pareja deben trabajar fuera de casa o anteponen su desarrollo profesional a tener varios hijos que además de demandar un mayor presupuesto a nivel económico le quitarían tiempo para sí mismos.
A pesar de las creencias, ser hijo único no es determinante de una ventaja o desventaja a pesar que en algunas cosas puede que el hecho de tener uno o varios hermanos lo beneficiaría.
La vida del hijo único se diferencia de los niños que tienen hermanos en que su relación es mucho más estrecha con los adultos, por lo menos en los primeros años de vida, algo que supone una madurez mayor para su edad biológica.
Si además, los padres tienen actitudes sobreprotectoras estos niños tendrán una mayor tendencia a ser tímidos o tener problemas para integrarse con personas de su edad o grupos. Para evitar esto, es recomendable que los padres puedan trabajar sobre el tema y aprendan así a controlar sus excesivos temores que a su vez transmiten al niño que crece con miedos infundados y limita su capacidad de disfrutar de ciertas actividades como ir de campamento o practicar algún deporte de aventura.
Es necesario entonces, que los padres eviten transmitirle al niño sus propios miedos ya que con esa actitud solo crean una persona que se sentirá indefensa y temerosa ante cualquier eventualidad, una situación que seguramente trasladará a su edad adulta.
Enseñarles a los hijos únicos a compartir tanto los espacios, como los juegos y hasta tomar decisiones en conjunto es fundamental para que pueda crecer en un ámbito de libertad de pensamiento y acción, dentro de los límites normales para cada etapa de su vida.
Sin embargo, también el ser hijo único tiene sus ventajas ya que no conocerá el sentimiento de los celos, envidia o el sentimiento de rechazo que sufren muchos niños que tienen uno o varios hermanos.
Además, la mayoría de estos niños suelen tener una inteligencia más aguda y son más maduros ya que su trato con adultos agiliza su desarrollo intelectual. Por otra, parte y a pesar de los mitos, no tienen especialmente problemas para compartir sus cosas pues no se ven en la necesidad de defenderlas de los hermanos.
Por lo general son niños que poseen una gran creatividad y pueden inventar sus propios juegos siendo capaces de recrear mundos de ficción y cambiar de una actividad a otra según sus preferencias.
Hacer la vida del hijo único más sencilla y sin estigmas es tarea de los padres que no deberán exagerar con la protección ni los controles continuos para no criar un niño con miedos y muy frágil para enfrentarse en el futuro a un mundo que puede resultarle hostil.
Animarlo a que siga sus propias ideas y a que tome sus propias decisiones, pero sin permitirle que suplante el rol que cumplen los padres. Y por último es esencial fomentar su interacción con otros niños ya desde pequeño ya que esto le ayudará a relacionarse con pequeños de su misma edad y gustos.
Foto Vía: cbc