La muerte de una persona querida es una experiencia muy dolorosa para la que nunca se está preparado por mucho que se piense que así es. Si el fallecimiento encima toca más de cerca a tu hijo, resulta mucho más difícil. Preguntas como ¿debo llevarle al funeral? o ¿cómo se lo digo? , te van a asaltar seguro. Descubre algunas pautas a seguir que pueden ayudarte en este difícil trance.
¿Cuál es la edad apropiada para que el niño vaya a un funeral?
La mayoría de los psicólogos están de acuerdo en que los seis y los siete años es la edad más apropiada para empezar a plantearse llevar a un funeral a un niño. Si se hace a una edad más temprana puede cansarse, hablar en voz alta e impacientarse, ya que la comprensión que tiene de la muerte está demasiado incompleta todavía.
Si se toma la decisión de llevar a un pequeño a un funeral, habrá primero que explicarle muy bien de que se trata un funeral y lo que va a poder ver allí, es decir, gente muy triste y en ocasiones llorando, etc. En ningún momento hay que pensar que no va a poder asimilar todo esto, si no que al contrario, ello va a formar parte de todo su aprendizaje en la vida y en las emociones. Eso sí, es imprescindible estar siempre a su lado para darle todas las explicaciones necesarias, responder a su pregunta y darle todo el apoyo y la seguridad que va a necesitar.
Hay que respetar su decisión
En ningún momento hay que obligarle a acudir al funeral, pero tampoco se trata de tomar una decisión por él para que no lo haga. Obviamente no hay que llevarle al funeral de un familiar de un compañero de trabajo por ejemplo, pero cuando es alguien más cercano como un abuelo o un tío, hay que darle la ocasión de decidir si quiere ir o no. Hay que recordar que las ceremonias siempre ayudan a asimilar una pérdida, ya que esa es su función.
Ten presente que puede que tengas necesidad de llorar y no debes privarte porque tu hijo esté delante, ya que no se deben negar las emociones normales. Si se preocupa porque te ve llorar, debes explicarle por qué lo haces y hacerle comprender que es algo normal y necesario.
Si el pequeño quiere besar o tocar a la persona fallecida, generalmente intentado imitarnos, no debemos impedirle que lo haga. Eso sí, habrá que advertirle de que el cuerpo va a estar frío para que no le pille de sorpresa.
En caso de que el fallecido vaya a ser incinerado, se le puede explicar que se le va a someter a unas temperaturas muy altas para convertirlo en cenizas. Hay algunos especialistas que no aconsejan utilizar la palabra “quemar”, de ahí que se ha optado por usar palabras como “incinerar” o “cremar”.
Si es él niño el que tiene necesidad de llorar, no hay que alarmarse ni pensar que hay que evitarlo. Al contrario, hay que hacerle entender que debe expresar sus emociones y en ese caso lo único que se puede hacer es confortarle y mostrarle que cuenta con todo nuestro apoyo.