El aburrimiento es un lugar común en muchos niños, debemos enseñarles a cultivar hábitos y espacios de actividad en las que ellos sólos sepan divertirse.
Si hay una frase terrible en un niño es me aburro, y es en cierto modo impropia de esas edades, en estas edades lo propio es lo contario, los niños más bien suelen tener problemas de elección entre todo el barullo de cosas que les gustaría hacer. Cuando son muy pequeños debemos estimular su atención y sus habilidades para evitar que en la infancia, en la adolescencia o en la juventud emitan esa frase.
El aburrimiento es propio de personas que no tienen ilusiones, que carecen de hobbies, de proyectos. Cuando son pequeños no debemos decirles y programarles siempre lo que tienen que hacer, ni buscarles siempre entretenimientos, debemos dejarles con las cosas sin intentar captar su atención nosotros o dirigir el modo en que han de jugar, son ellos los que deben trabajar con los juguetes, no nosotros movérselos o activarles. Sin querer, si tenemos estas actitudes, les estamos haciendo pasivos. Ellos son los que tienen que aprender a jugar solos y a dar vida a esos juguetes o a esos juegos, poniendo ahí su creatividad y desarrollando su imaginación.
Un niño que no sabe jugar es un problema. La época para jugar es la niñez, ese es el momento de despertar la creatividad, y también la autonomía. Si les dejamos ellos establecerán sus relaciones con los juguetes y se disfrutarán con ellos. Han de saber estar solos y crear sus espacios, que son diferentes de los espacios de los mayores.
Aun así hay niños que se aburren, y nos encontramos con un problema. Quizá les hemos intentado estimular pero ellos no han cogido el palitroque de la independencia, son niños dependientes que quieren que esté siempre alguien con ellos, o inconformistas que idealizan el tema de pasarlo bien y no disfrutan con lo que tienen delante, quizá porque se comparan con otros niños o porque buscan cosas especiales.
Es importante educarles en saber disfrutar con lo que tenemos, con lo que hay en casa y demostrarles que lo importante es la actitud, no debemos empezar a sermonearles diciéndoles porque yo a tu edad con hacía esto o lo otro, a veces basta con contar algo que han hecho otros niños, o sugerir posibles juegos, pero dejar que ellos se sientan libres y puedan expandir sus capacidades.
El aburrimiento es un mal hábito y un mal recurso verbal, es una acción pasiva de la que tienen que aprender a salir, los mayores no tienen la culpa de que a ellos no se les ocurra en qué emplear el tiempo. Debemos canalizar su actividad para que sepan tener el tiempo ocupado haciendo cosas útiles y haciendo proyectos de cosas que les gustaría hacer, aprender, leer.
Estar sin hacer nada o levantarse un día sin objetivos a corto plazo es tener muy al alcance de la mano esa temible frase de me aburro. Incluso nos puede pasar a nosotros si proyectamos nuestra actividad como algo que han de organizar los demás. Cada persona ha de tener en la vida proyectos e ilusiones propios.