El cuidado de un niño pequeño es algo que siempre preocupa a los padres. Existen ciertas zonas de su pequeño cuerpo que merecen un cuidado especial ya que son muy delicadas, entre ellas sus labios y su nariz. Descubre como hacerlo de una manera correcta.
Cuidado de los labios
Esta zona es especialmente sensible en cualquier persona y especialmente en un bebé, ya que la piel de éstos es muy delgada además de no tener glándulas sebáceas propias por lo que no existe un manto natura que ayude a protegerlos de las influencias medioambientales y de los agentes patógenos. Además la humedad constante que produce la propia saliva hará que estén más expuestos. Este efecto se llega a agravar en un bebé por la utilización del chupete y especialmente cuando le salen los dientes, ya que generan mucha mayor cantidad de saliva. POr eso en su cuidado se debe tener en cuenta que hay que hidratar sus labios con un bálsamo especial en caso de tenerlos muy secos, ya que le proporcionará ka humedad y evitará que los labios se lleguen a agrietar.
La piel que se encuentra alrededor de los labios se puede proteger con un crema que logre mantener bajo control la irritación que pueden llegar a provocar las enzimas digestivas que se contienen en la saliva.
Al no contener melanina los labios, pigmento responsable del bronceado de la piel, estos son muy sensibles a los rayos UV por lo que es muy importante aplicar un protector solar que sea adecuado en los días de calor y de sol. Existen bálsamos labiales con factor de protección labial en cualquier farmacia.
Cuidado de la nariz
La nariz tiene una función de autolimpieza, ya que la suciedad y el polvo que se acumulan en esta zona son eliminados gracias a la secreción nasal. Si dicha descarga se produce de una manera frecuente, como puede ser cuando se tiene un resfriado, se debe tener un cuidado extra. Por eso hay que tener en cuenta varias cosas a la hora de limpiar.
En primer lugar, si la nariz tiene costras secas, lo mejor es suavizarlas con la ayuda de un algodón húmedo antes de quitarlas para evita hacer daño al bebé. Una vez estén bien blandas, se podrán limpiar con la ayuda de una gasa húmeda.
Si tiene una gran cantidad de mocos, se pueden limpiar con la ayuda de un aspirador nasal, consistente en una pera de silicona o de goma con una pequeña punta que se introduce por la nariz para aspirar los mocos del bebé. Se pueden encontrar en las farmacias igualmente.
Si el bebé tiene la nariz tapada, es posible utilizar una solución de sal que ayude a disolver el bloqueo. Con unas gotas de agua salina administrada con una pipeta introducida dentro de la fosa nasal, se aflojarán los mocos que impiden que consiga respirar bien.
Muy importante es tener en cuenta que los aceites esenciales, como por ejemplo el mentol, no resultan buenos para el bebé a la hora de despejar la nariz, ya que son muy fuertes y podrían causarle una falta de aliento.