Seguramente no exista ningún niño al que no le guste el chocolate, ya sea puro, blanco, con leche, con o sin frutos secos, y con o sin pan. En cualquier caso este alimento es habitual que sea uno de los favoritos de los más pequeños que reina en los cumpleaños y fiestas y que es protagonista de las navidades en forma de turrón, de la Pascua, con sus populares huevos y en verano con los helados. Y lo mejor de todo es que es dosis pequeñas es muy saludable para los niños y para los mayores, resultando, entre otras muchas cualidades, muy beneficioso para el cerebro.
Beneficios del chocolate
La cara de felicidad que pone un niño la primera vez que come chocolate lo dice todo. Y lo mejor de todo es que además le está beneficiando. Este ingrediente puede consumirse a partir del primer año de vida siempre que el pequeño no presente problemas de diabetes, de sobrepeso o de alergia a cualquiera de sus componentes, ya que le aporta calcio, proteínas, fosfatos y minerales, sobre todo si hablamos de chocolate puro.
Entre los muchos beneficios que tiene este exquisito alimento es que es estimulante, por lo que mantiene a los niños con energía y activos. Además es muy bueno para controlar el estrés y muy útil para todos aquellos niños que tienen ansiedad, depresión o están decaídos.
Por otra parte ayuda a prevenir enfermedades del corazón debido a sus propiedades antioxidantes. Sus componentes flavonoides contribuyen a luchar contra el envejecimiento de las células. Además en muy bueno contra el Alzheimer y se están estudiando sus efectos para luchar contra el cáncer.
Por si esto fuera poco es muy beneficioso para el cerebro ya que gracias a las últimas investigaciones llevadas a cabo, se ha descubierto que tiene un poder muy poderoso para frenar los accidentes cerebrovasculares. Y por si todo esto fuera poco, ayuda a aumentar el «colesterol bueno».
¿Puede existir algo mejor? Estamos hablando de un alimento que además de tener un sabor extraordinario y que encima es bueno para la salud, siempre que se tome de manera adecuada, es decir, una o dos onzas cada día, y siempre mucho mejor si el chocolate es negro. Y es que los niños lo tienen especialmente claro y aunque no sepan todavía hablar muy bien, podrían describir lo que sienten al consumir chocolate en tan solo tres palabras: un auténtico placer.
De cualquier manera no dudes en consultar con tu pediatra ante cualquier duda que te surja a la hora de dar este alimento a tu hijo por primera vez, por ejemplo la edad a la que puedes comenzar a ofrecérselo, la cantidad que le tienes que dar según los años que tenga, o cualquier otra cosa que se te ocurra. Y es que sin ninguna duda, lo primero es tu tranquilidad y la de tu hijo.