Debemos descubrir las posibilidades familiares que se nos presentan cada temporada en que nuestros hijos están de vacaciones para convivir más con ellos.
La tarea de educar a nuestros hijos no se suspende en los periodos de vacaciones. En esos momentos su educación, que normalmente es compartida con el colegio, queda en manos de la familia.
Es importante como plantearse esos diferentes periodos para evitar que sean enriquecedores. El planteamiento dependerá de la edad y de la época del año. No es lo mismo las vacaciones de verano, que las de navidad o semana santa. Cada fecha tiene su duración y eso condiciona las actividades que se pueden realizar.
La primera idea clara es que debe haber un proyecto, y como consecuencia un horario. No debemos permitir que vagueen por la casa sin objetivos. Habrá lógicamente más flexibilidad que en el curso escolar pero debemos establecer un orden. Por ejemplo, que sea un periodo vacacional no quiere decir que se alteren habitualmente las horas de acostarse, o se prolonguen innecesariamente las horas ante la televisión, el ordenador, etc… hay que velar por su descanso. Es mucho más sano madrugar que trasnochar.
Si hay alguna asignatura pendiente, eso debe entrar en la organización de cada día, para que sea más fácil recuperarse del bache.
Una tarea a incluir en el horario de vacaciones es la ayuda y el aumento de encargos en casa. Vacaciones no quiere decir no hacer nada. Normalmente las vacaciones escolares suelen ser más largas que las vacaciones laborales de los padres, si sabemos involucrarles en la casa, puede ser un gran alivio su colaboración.
Las vacaciones son un periodo especial para toda la familia, es bueno por eso que cuando todos estamos de vacaciones hagamos salidas todos juntos, aprovechemos para practicar un deporte o salir de compras todos.
También es bueno buscar centros culturales, o asociaciones juveniles que merezcan nuestra confianza, donde nuestros hijos puedan estar con otros niños en esos momentos que nosotros no podemos estar con ellos. Estas asociaciones que existen en todas las ciudades son una alternativa de ocio educativo, que refuerza la labor que nosotros intentamos realizar.
Las vacaciones también son un buen momento, especialmente las de verano, para asistir a algún campamento. Esos días los padres descansamos un poco de los hijos, y los hijos descansan de nosotros. Renovamos la ilusión por educarles, recuperamos fuerzas e impulso y ellos experimentan que lo mucho que nos quieren y aprenden cosas nuevas. Los campamentos son muy saludables para todos. Cuando nuestros hijos vuelven a casa nos damos cuenta de que no podemos vivir sin ellos y que son el motivo y la razón de nuestra vida.
Debemos ayudarles a ilusionarse con llenar sus vacaciones de proyectos, de ganas por aprender cosas nuevas. Por ejemplo es un momento ideal para incorporar un hobby, cultivar una afición, estudiar o perfeccionar un idioma. Y también el momento de comenzar o terminar un libro o varios.
Por último las vacaciones son un momento excelente para hablar más en familia, alargar las sobremesas, escuchar más a nuestros hijos, conocerles mejor y también que ellos nos traten más a nosotros y como consecuencia, nos lleguen a querer más, pues el cariño siempre necesita del trato.