El optimismo es una cualidad vital para afrontar la vida con sentido positivo, ayudar a nuestros hijos a crecer en este sentido les ayudará a afrontar la vida con ojos nuevos.
Si nos preguntasen que si desearíamos que nuestros hijos fuesen optimistas, todos daríamos una respuesta afirmativa sin lugar a dudas. Pero cómo podemos cultivar esta característica, cómo disponer su personalidad para que tengan esa actitud que está entre los acontecimientos externos y la interpretación personal de los mismos. Cómo hacer que tengan la tendencia a esperar que el futuro les depare resultados favorables. Sabemos que así podrán enfrentarse a las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, con confianza en sus capacidades y posibilidades. Todo esto sabemos que primero lo debemos cultivar en nosotros mismos, para poder darles esa visión, sino será muy difícil inculcar en ellos este modo de afrontar la vida.
Todos sabemos que la esencial diferencia que hay entre una actitud optimista y una actitud pesimista, está en el punto de vista con que se aprecian las cosas: si nos empeñamos en ver inconvenientes y obstáculos, los vemos porque la vida es así y lidiar con ella nos es prescindir de que existen, pero tampoco obsesionarse con las dificultades, eso nos provoca mucho desánimo y no nos ayuda a salir de los problemas. La visión optimista supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y oportunidades.
Siempre es así, las personas más optimistas suelen tener mejor humor, y ser más perseverantes e incluso tener más éxito en lo que hacen o proyectan; incluso podemos decir que llegan a tener mejor estado de salud física y por supuesto psíquica. Es un hecho que las personas que tienen altos niveles de optimismo y esperanza, suelen salir fortalecidos y saben ver el beneficio de las circunstancias traumáticas, dolorosas, problemáticas o estresantes.
El conocido ejemplo de ver el vaso medio lleno o medio vacío, es muy gráfico y real. Eso es lo que debemos esforzarnos por ver y ayudar a ver a nuestros hijos. Todo en la vida tiene su lado positivo y su aspecto negativo, y todo depende de cómo nos empeñemos en verlo. Ayudarles a encontrar soluciones y a pensar en positivo es hacerles en la práctica más optimistas. Las razones que les demás deben ser realistas, no se trata de alimentar su fantasía sino de enseñarles a valorar las dificultades en su justa medida. Edificar la visión positiva tiene un gran ingrediente de realismo del que no se puede prescindir si queremos prestarles una ayuda eficaz. Nuestros hijos merecen este esfuerzo.
Hay gente que es conflictiva en cualquier situación que se encuentre, siempre pone pegas o dificultades y eso es muy agotador para los que tiene alrededor. Nuestros hijos tienden a veces a quejarse sin motivo de los pequeños problemillas que tienen en el colegio o con un amigo o un hermano, debemos ayudarles a encontrar salidas positivas, a poner soluciones ellos. Intentar arreglar las peleas de los niños es problematizarlos más y a veces no arreglarlo. Los problemas de niños los deben resolver los niños. Los adultos no sabemos meternos en sus cabezas y en ocasiones agrandamos las cosas.