La ansiedad y el miedo son emociones que algunas personas consideran similares, porque, según éstas, el miedo siempre implica angustia, mientras que otras piensan que existen importantes diferencias entre ellas.
Cómo diferenciar estos dos tipos de trastornos
Las emociones son reacciones caracterizadas por la modificación del estado de ánimo y acompañadas de cambios orgánicos. El miedo también es una señal de alerta que tiene una función de adaptación, porque permite reaccionar frente a un estímulo amenazador, pero a diferencia de la angustia, la amenaza es objetiva, definida, real y el objeto o situación temidos son conocidos. En cambio, en la ansiedad, la amenaza es desconocida e interna, Se puede estar angustiado sin conocer el pro qué, algo que no sucede con el miedo. Podría decirse que en la ansiedad el “enemigo” está mas dentro de nosotros que fuera.
Otra forma de diferenciar estos dos conceptos es considerar que el miedo es una reacción ante un peligro que ya existe y la ansiedad es la preparación ante la posibilidad de que este peligro se presente. En el plano fisiológico, el temor comporta emisión de adrenalina, no así en la angustia; el temor seca la boca, mientras que la angustia produce una salivación mayor, lo mismo que una mayor secreción gástrica. Estas diferencias son más teóricas que prácticas, pues resulta muy difícil diferenciar donde acaba el miedo y donde comienza la ansiedad.
Síntomas característicos de la ansiedad y del miedo
Una reacción de alerta, ya sea de miedo o de ansiedad, se acompaña de una serie de cambios en el organismo. En el momento en que se recibir información del exterior a través de cualquier a de nuestros sentidos, la integramos con la información que tenemos en nuestro cerebro. Si ésta nos resulta desconocida o peligrosa, ponemos en marcha la reacción de alerta, es decir, preparamos a nuestro cuerpo para la lucha o para huir. En el momento en que el cerebro recibe la alarma, se activa el sistema nervioso autónomo, La ansiedad activa la secreción de los neurotransmisores y dicha activación hace que percibamos la sensación de ansiedad.
La zona del cerebro conocida como hipotálamo estimula las glándulas suprarrenales, que a su vez secretan una gran cantidad de adrenalina, que a través de la sangre llega a todo el cuerpo. Las pupilas se dilatan para favorecer la visión. El sistema circulatorio se modifica disminuyendo el riego sanguíneo en las vísceras y aumentándolo en los músculos para prepararlos para pasar a la acción, porque el corazón se ha activado y bombea la sangre necesaria a los órganos que la necesitan. Aumenta la capacidad de coagulación de la sangre en previsión de posibles heridas. La respiración se acelera par aportar más oxígeno al cerebro y a los músculos. El aparato digestivo detiene su funcionamiento para ahorrar energía para la lucha (por este motivo se puede producir un corte de digestión). También aumentan los niveles de glucosa en la sangre para favorecer la alimentación de los tejidos. Se intensifica la actividad mentar para estar muy despierto y reaccionar ante cualquier pequeños estímulo.
Esta reacción del cuerpo lo prepara para la lucha, la huida o la realización de una actividad más intensa de lo habitual o de mayor duración. Pero eso no tiene sentido o utilidad en los casos de crisis de ansiedad o ataques de pánico, ya que es una alarma sin motivo y no es posible utilizar todo este arsenal defensivo.