Esta enfermedad clásica de la etapa infantil es una infección de tipo viral característica por sus ampollas que se presentan por todo el cuerpo y que producen un enorme picor y que suele ser bastante contagiosa, sobre todo para las personas que no la han padecido nunca. Síntomas de la varicela
La Varicela está causada por un virus llamado zoster y que en los adultos se suele manifestar en forma de herpes zóster. Se caracteriza por la aparición de una erupción por todo el cuerpo en forma de pequeñas ampollas, sobre todo en niños menores de 12 años. Normalmente una persona suele tener un sólo episodio de varicela en su vida aunque el virus que la produce puede permanecer latente en el cuerpo y manifestarse en una etapa más adulta en la forma comentada anteriormente. Generalmente esta erupción suele aparecer primeramente en la zona del abdomen, en la espalda o incluso en el rostro para expandirse más tarde por cualquier zona del cuerpo como el cuero cabelludo, las orejas, la boca o incluso por los genitales. En un primer momento parecen simplemente granos producidos por la picadura de algún insecto pero más tarde se convierten en ampollas que al reventarse generan una costra marrón y que puede convertirse en una cicatriz de por vida, si se no se tiene la precaución de evitar el contacto con ellas.
Es típico que los pequeños presenten episodios de fiebre, dolor de cabeza o de garganta e incluso dolor de tripa que suele tener lugar unos días antes de que aparezca la erupción. En estos primeros días además, es cuando el niño se vuelve más contagioso y que dura hasta que las ampollas se hayan convertido en costras. El típico sarpullido que produce la varicela suele tener lugar entre los 10 y los 20 días después de que la persona haya tenido contacto con alguien contagiado por esta enfermedad, que aunque en principio es leve, puede tener complicaciones para personas más mayores que no la hayan sufrido durante la niñez o que cuenten con un sistema inmunológico algo más débil de lo normal, llegando a presentarse infecciones graves en los pulmones, en los huesos, en la piel e incluso en el cerebro, produciendo encefalitis. Un niño con un sistema inmonológico normal también puede tener infecciones en la piel producidas por las ampollas.
Tratamiento de la varicela
Para los niños que no tengan indicios de sufrir ninguna complicación debido a esta enfermedad, no suele administrarse ningún tipo de medicamento, tan sólo bastará con mantenerle lo más cómodo posible usando ropa de cama suave y suelta, evitándole una exposición excesiva a la humedad o al calor, bañándoles con agua tibia con un poco de gel de avena, que conseguirá suavizarle la piel y sobre todo evitar que se rasque en las ampollas, para lo que es indispensable que mantengamos sus uñas cortas y así evitar los posibles daños que pueden producirse. Antihistamínicos de venta en farmacias, pero que pueden llegar a producir somnolencia o cremas de hidrocortisona para aliviar los picores, es lo único que se puede aconsejar en estos casos.