Según se van haciendo mayores los niños, van aprendiendo a hacer cosas diferentes y a ser más independientes, lo que implica que también van a aprender a decir “no” a algunas de tus peticiones, lo que puede llegar a desencadenar una “rabieta” muy irritante. Pero no te preocupes ya que esta es una conducta que puede corregirse, ya que se trata en numerosas ocasiones de una etapa pasajera. En cualquier caso te vamos a dar una serie de consejos que te ayudarán a que los niños te respeten más fácilmente.
¿Por qué no me está haciendo caso?
Cuando un niño se porta mal, antes de enfadarse con él o de castigarles, habría que entender por qué se comporta de esa manera. Durante sus primeros años la mayor parte de ellos no saben diferencias lo que está bien y lo que está mal, y es en ese momento cuando los padres deben armarse de toda su paciencia y guiarles para que aprendan cómo comportarse.
Hay que comprender que un niño muchas veces no comprende una orden o no las asume como si fuera una obligación. Un ejemplo: ante un “¿quieres venir aquí de una vez?”, al estar formulada como una pregunta, él puede entender que tiene la libertad para poder elegir y por tanto no acudir si no quiere, ya que no tiene desarrollada aún esa competencia lingüística.
¿Cómo hacer que el niño haga caso?
Es muy importante mirarle a los ojos cuando se le pida algo ya que las palabras influyen más que si se le grita desde la otra punta de la casa.
De igual manera hay que enseñarle con el ejemplo, por lo que si lo que se desea es que recoja su plato después de comer, habrá que hacerlo con él y llevarlo a la cocina.
Hay que hablarle de una manera agradable ya que los gritos no siempre funcionan y pueden llegar a ser contraproducentes. Es mucho mejor si se dice con un por favor, de esta manera él también aprenderá a saber cómo hay que pedir las cosas.
Se le debe explicar el motivo por el que se le pide algo, ya que si el niño lo comprende, es más fácil que entienda la orden y se pueda convertir en algo lógico para él.
Cuando haga algo bueno, elógiale. Y es que siempre se suele hacer más caso a lo que se hace mal que a lo que se hace bien. Si te muestras feliz ante su buen comportamiento, el niño intentará agradarte muchas más veces.
Importante es que no le mandes realizar varias tareas a la vez. Espera siempre a que termine bien la primera para mandarle una segunda, porque si no, es posible que no sepa por donde comenzar y decida no hacer nada.
Repite una y otra vez lo que quieres que haga tu hijo. Aunque de esta manera se pone a prueba tu paciencia, lo cierto es que a base de repetir y de repetir una misma cosa continuamente, se acaba aprendiendo.