El individuo perfeccionista constituye una especie de antesala a las conductas de tipo obsesivo por lo que hay que prestar especial cuidado a los comportamientos y actitudes de estas personas para evitar, en la medida de lo posible, que puedan llegar a convertirse en neuróticos obsesivos compulsivos.
El perfeccionismo
Hacer las cosas bien es uno de los objetivos deseables del ser humano, pero no todas las personas lo tienen situado en el mismo nivel en su escala de valores. El nivel de autoexigencia varía de un individuo a otro; mientras unos no se preocupan en absoluto por la corrección de sus actos, otros actúan movidos por un ansia irrefrenable de perfección.
La responsabilidad, desde un punto de vista psicológico, se constituye a partir de la angustia que padece el individuo ante el error, la equivocación o la obra mal hecha y el impulso que siente para corregir sus acciones. La responsabilidad está estrechamente vinculada con el rendimiento. Normalmente está considerada como una cualidad pero puede llegar a ser un freno para la consecución de objetivos y para un óptimo rendimiento. Existe un grado ideal de responsabilidad que permite actuar con suficiente interés, concentración y dedicación para alcanzar el objetivo propuesto; pero si el nivel de ansiedad para lograrlo es demasiado alto, entonces quedan bloqueadas las aptitudes y condiciones personales. En definitiva, ser excesivamente responsable es tanto o más negativo que ser poco responsable.
Quien suele comprometerse poco con sus obligaciones comprueba que su rendimiento y por tanto, sus resultados son inferiores a quien adopta una posición más comprometida y responsable. Pero también se observa como ciertas personas viven obsesionadas por alcanzar la perfección, dominados por un fuerte temor a equivocarse, lo que les impide prosperar en su profesión o proponerse el empeño de nuevos objetivos. Su comportamiento se hace inseguro, no tanto por dudar de su capacidad como por proponerse metas excesivamente ambiciosas.
El perfeccionismo está considerado como un elemento negativo por prácticamente todo el mundo, menos por algunos perfeccionistas incapaces de juzgar de forma negativo su actitud ante la vida ya que la misma les proporciona seguridad. El perfeccionismo condiciona el comportamiento humano impidiendo gozar de independencia y libertad, al tiempo que ocasiona múltiples complicaciones en el desarrollo de la vida cotidiana. Cuando el perfeccionismo llega a un grado extremo, la persona que lo padece puede llegar a sentirlo como una pesada carga, ya que se ha convertido en un comportamiento patológico.
Características de una persona perfeccionista
El entorno más inmediato de la persona perfeccionista suele ser ordenado, meticuloso y controlado; es pulcro y goza cuando consigue realizar sus actos siguiendo los patrones que el mismo se impone. El orden personal, el cuidado de sus documentos y efectos personales, la ropa y el vehículo extremadamente cuidados, la rigidez de sus horarios y hábitos también forman parte de su conducta.
Tienen un orden de valores rígidos y difícilmente discutibles o modificables, tienden a imponer su criterio a todos los que le rodean. El orden y las cosas bien hechas constituyen por sí mismos elementos gratificantes, mientras que lo contrario, el desorden y la sensación de no hacer o de no haber hecho bien las cosas producen un estado de tensión, de angustia y de disgusto. El sufrimiento derivado de la realización imperfecta de sus actos lleva al perfeccionista a un estado de insatisfacción permanente que puede acarrearle comportamientos posteriores mucho más preocupantes y que en cualquier caso, deberán ser tratados por un especialista.