Cuando intentamos tener todo bien controlado, es cierto que nos da una gran seguridad pero el problema aparece cuando se tensa tanto esta cuerda que podemos llegar a acabar presas de nuestras propias imposiciones. Soltarse un poco y atreverse a vivir la vida, nos permitirá disfrutar más de ella.
Quitarse presión de encima
De igual manera que existen ejercicios para fortalecer los músculos o para dotarnos de mayor flexibilidad, es necesario que sepamos entrenar nuestro cerebro para conseguir que nuestros pensamientos no lleguen a agarrotarse y se vuelvan rígidos de una manera excesiva.
En el mismo instante en que nuestras obligaciones, que nosotras mismas nos autoimponemos, son demasiado estrictas, es hora de intentar desconectar nuestro dispositivo de control y empezar a desobedecerlo. ¿Cómo podemos hacer ésto? Muy sencillo, dejando de programar cada minuto de nuestra vida, aceptando que todo lo imprevisible o inesperado no tiene por qué ser algo negativo, liberándonos de responsabilidades y tratando de cambiar la perspectiva de las cosas.
Las personas que son muy controladoras tienen un gran problema a la hora de decidir cualquier cosa sobre la marcha. Por eso, la mejor forma de adquirir una mayor flexibilidad mental es darse algo de margen, esto es, vivir sin tener la necesidad de organizar todo, por ejemplo: renunciar a algo que ya esté programado por algo que nos apetezca realmente, cocinar lo que nos apetece en ese momento en lugar de lo que nos toca, etc.
Para conseguir una mente mucho más abierta y libre es necesario interpretar las cosas con un poco de humor. Es importante recordar que el buen humor al igual que la risa, son unas pequeñas fugas que consiguen escaparse al exceso de control.
Abrir la mente
Todas las personas que tienen unas miras amplias disfrutan mucho más del presente porque no malgastan el tiempo pensando en cómo tendrían que haber sucedido las cosas y las aceptan tal cual llegan. Además una mente flexible logra generar menos estrés ya que se adapta mucho mejor a las presiones y se encuentra más abierta a los cambios.
A una persona en continua tensión le resultará mucho más difícil actuar de una forma totalmente natural, por lo que el primer paso para ganar espontaneidad es intentar relajarse lo máximo posible. Respirar hondo y destensar las manos y los hombros nos permitirá enfrentarnos a situaciones que se encuentran fuera de nuestra rutina y en las que necesitemos causar una buena impresión.
Es importante no intentar acertar con las frases que digamos, simplemente debemos dar nuestra opinión más sincera sobre cualquier tema de igual manera que no hay que tomarse muy en serio cada cosa que se hace o se dice, ni mirar con lupa cada movimiento que realicemos, porque esto sólo conseguirá restarnos espontaneidad.
En cualquier caso hacer las cosas de una manera diferente a la acostumbrada y mantenerse siempre abierto a las diversas opciones que nos va ofreciendo la vida, nos resultará mucho más creativo a la vez que alentador, que si pensamos que sólo existe una manera de hacer las cosas.