El síndrome de Down se trata de un trastorno de origen genético que llega a provocar que estos niños necesiten de unos cuidados especiales siendo su alimentación también extremadamente importante puesto que si ésta se descuida puede agravarse su condición.
Niños con síndrome de Down
En un primer momento los niños que sufren de síndrome de Down van creciendo antes y más rápido que los demás niños, descendiendo su velocidad en los años siguientes, algo que lleva a que tengan una estatura más pequeña de lo normal. A consecuencia de ello sus necesidades alimentarias son inferiores a las de los demás, aunque el hambre no les disminuirá, por lo que es normal que sufran más riesgo de padecer obesidad o sobrepeso que el resto de los niños.
También es muy común que estos niños cuentan con problemas de hipotiroidismos algo que igualmente condiciona a la hora de padecer un exceso de peso, algo que agrava o al menos llega a propicias las complicaciones que son típicas de esta enfermedad, como la hipotonía muscular o las enfermedades cardíacas.
Los niños con síndrome de Down es normal que presenten problemas a la hora de masticar ya sea por la falta de algunas piezas dentales, ya que estas no suelen salir hasta los cuatro o los cinco años de edad o bien por una distribución anormal de sus piezas dentales, ya que primero le salen los molares y después los incisivos, además de tener una boca pequeña y una lengua bastante grande. También es normal que tengan un debilitamiento de los músculos de su mandíbula, algo que es conocido como hipotonía.
Hábitos alimenticios saludables para un niño con síndrome de Down
Es necesario insistir en que coman comida sólida y no exclusivamente purés puesto que consumiendo solamente este tipo de comidas, no realizan el esfuerzo de masticar y por consiguiente su hipotonía se hará más grave. Su ritmo de adaptación a las texturas distintas tiene que ser igual que el de otros niños, aunque en lugar de hacerlo en semanas habrá que tener más paciencia y hacerlo en algunos meses.
Al iniciarse en una alimentación distinta a la leche materna, es necesario cuidar que los alimentos que consuma sean de igual textura para evitar el riesgo de atragantamiento.
Es necesario comenzar con purés que sean espesos pero estén bien licuados. Después se puede continuar con purés que hayan sido aplastados con un tenedor y cuando se observe que el pequeño ya come este tipo de purés perfectamente, se puede probar a partir los alimentos en trozos pequeños y ver si puede masticarlos correctamente.
Es importante vigilar que la dieta de estos pequeños sea baja en grasas y recordarles que deben tomarse su tiempo para poder masticar todos los alimentos muy bien y evitar de esta manera problemas intestinales.
Su dieta al igual que la de cualquier otro niño debe ser balanceada y si tiene además cualquier tipo de enfermedad del tracto digestivo, será necesario hacerles las restricciones necesarias. Así por ejemplo un niño celíaco no podrá consumir alimentos que contenga gluten como el centeno, el trigo o la cebada.