Conocida como la hormona del amor, la oxitocina es una hormona que se genera en la base del cerebro, concretamente en el hipotálamo, de una manera natural y que suele utilizarse habitualmente en las mujeres que están a punto de dar a luz. ¿Por qué se utiliza la oxitocina en las parturientas?
Para que se desencadene el parto de una manera natural, se necesita la producción de la oxitocina, hormona que es segregada durante todo el proceso de la gestación por la propia madre. En el momento del parto los niveles de esta hormona aumentan para estimular las contracciones del útero. En el caso de que dichas contracciones no consigan la dilatación adecuada del cuello del útero, se suele aplicar por vía intravenosa esta sustancia para reproducir el efecto que debería de causar la oxitocina de una manera natural y acelerar el momento del nacimiento del bebé.
Es recomendable su utilización cuando se tienen dudas sobre la salud del niño, ya que al causar contracciones, se puede comprobar el estado fetal intrauterino, de igual manera que cuando se ha salido de cuentas y el riesgo de continuar con el embarazo puede provocar riesgos tanto en la salud de la madre como en la del bebé.
¿Cómo se utiliza la oxitocina?
Esta sustancia se administra por vía intravenosa, siempre bajo un estricto control médico mientras se va aumentando la dosis hasta conseguir que las contracciones sean las indicadas para el momento del parto, siempre adaptadas las dosis a las características particulares de cada mujer. En el momento en que se aplica la oxitocina, la madre puede colocarse en la posición que le resulta más cómoda, pues este procedimiento no impide para nada los movimientos de la persona. Puede darse pequeños paseos, tumbarse, sentarse o incluso permanecer de pie.
En contra de lo que puedan pensar muchas personas, la oxitocina administrada de forma sintética no producen contracciones más dolorosas de lo que de por sí son las naturales, la única diferencia es que al ser administradas directamente en la sangre, el dolor suele aparecer de repente, siendo en cualquier caso el mismo que sufriría la futura madre en caso de no haber necesitado su administración. También se recomienda su uso tras el parto y la salida de la placenta pues favorece la contracción del útero a la vez que reduce el riesgo de pérdida de sangre y estimula la aparición de la leche materna.
En cualquier caso hay que evitar el uso de la oxitocina cuando el feto viene en una posición poco corriente, cuando hay placenta previa o cuando hay riesgos de sufrimiento fetal. En casos de hipertensión, de insuficiencia renal o coronaria, las dosis que se deben administrar serán algo inferiores a los que se administrarán en una persona sana. También en situaciones excepcionales como un parto de gemelos o una anterior cicatriz en el útero, causada por ejemplo, por una cesárea, debe reducirse el uso de esta sustancia.