Ponerse en forma, favorecer su coordinación o adquirir valores, son bondades de practicar equitación. Y es que éste es uno de los deportes más completos en la que sus beneficios afectan tanto a la parte emocional como física, por ello es un método que cada vez es más utilizado como tratamiento alternativos por los psicólogos, para aliviar diferentes trastornos infantiles.
Postura y musculatura
La práctica de la equitación es maravillosa para desarrollar la musculatura de los pequeños así como para fortalecer sus articulaciones, algo que ayuda a disminuir la elasticidad, es decir, la contracción de los músculos. También este deporte es perfecto para corregir la postura puesto que acentúa la disociación de la cintura pélvica y regula el tono muscular, consiguiendo una figura erguida.
El equilibrio también mejora gracias a la práctica de la equitación, potenciando a su vez, el sentido de la coordinación y de la orientación. Y es que al tener que estar muy alerta de los posibles cambios de ritmo del caballo, se favorecen también los reflejos y la coordinación motriz.
Socialización
Lo que la diferencia de otros deportes es que la equitación, el niño tiene que conectar con el caballo y crear un vínculo para poder manejarlo a su antojo. Por eso la hípica requiere un trabajo en equipo entre el niño y el animal, algo que es fundamental ya que si no, el niño no podría moverse de su sitio. Esto además le va a enseñar a respetar y cuidar los animales y le va a ayudar a estimular tanto la comunicación verbal como no verbal, primero con el caballo y después, con el resto de las personas.
También gracias al contacto directo con la naturaleza en el que va a llevar a cabo esta práctica, se van a estimular en el pequeño valores positivos como la responsabilidad, el amor por el medo ambiente y el sentido del deber.
Concentración
En la hípica el jinete tiene que regular sus movimientos, pero también tiene que estar pendiente de controlar los del caballo, por tanto la concentración y la destreza resultan fundamentales en este deporte. El pequeño tendrá que concentrarse para poder guiar al equino y focalizarse muy bien en la técnica para que el mismo le haga caso. De igual manera que ocurre con la socialización, la concentración se va a practicar primero con el caballo y luego se va a extrapolar a otros ámbitos de su vida.
Autoconfianza, autoestima y autocontrol
Cuando ya han aprendido la técnica y ya se encuentran cómodos cabalgando a lomos del animal, los niños adquirirán un extra de seguridad, algo que les va a ayudar a potenciar su autoestima. A base de probar y de errar, este deporte también va a inculcar a los pequeños el autocontrol necesario para saber gestionar todos sus errores, ya que una vez que están subidos en el caballo, ellos son los únicos responsables de lo que sucede.
También la autoconfianza se ve favorecida practicando este deporte, ya que al estar en contacto con un animal, les va a ayudar a la hora de enfrentarse ante posibles temores así como a regular sus emociones.