Los niños que babean por lo general tienen graves afecciones de parálisis cerebral y mediante terapias y ejercicios es posible minimizar esta condición. Pero lo importante es que sus padres entiendas lo que viven sus hijos, no expresen rechazo y mucho menos regaños o gritos. Los niños especiales se caracterizan por tener ciertas características fisiológicas que no logran controlar y una de las que más se presenta, es el babeo. No es frecuente en todos, pero si la mayoría y por ello, es fácil identificar que son niños con algún tipo de discapacidad.
El babeo que tienen los bebés normales no es igual al de los de estos pequeños, pues se genera a partir de la parálisis cerebral y el descontrol que presenta el cerebro ante los músculos que componen la boca, la legua y la garganta. Lo cierto es que pueden producirse ciertos problemas derivados de esta condición, por ejemplo, irritación de la piel. Es necesario que las mamás y papás, tengan ciertos cuidados y atenciones cuando sus hijos tienen un babeo frecuente. Por ejemplo, es bueno que utilicen crema hidratante en el área donde se aloja la saliva, tener un babero que permita recibir el liquido viscoso y si es posible, usar otra muda cuando hay manchas. Pero estas cosas son las más simples y es más de cuidado estético. Otras más graves y de un esfuerzo mucho más grande, son las que tienen que ver con su comportamiento, la aceptación por parte de los demás o el sentimiento de rechazo que puede llegar a sentir.
Lo peor que puede hacer un padre o madre con un hijo en condición de discapacidad son dos cosas: lo primero es tratar de aislarlo, de esconderlo, de que los demás y la sociedad no se den cuenta que tiene un hijo que no es normal y que resultará aparentemente siendo un fenómeno. Lo segundo tiene que ver con las acciones que se toman para corregir a estos niños, pues algunos padres en medio de su desespero, suelen regalarlos, gritarlos y hasta golpearlos porque esas funciones que ya no dependen de ellos sino de su cerebro que no logra funcionar.
Debe haber una actitud de ayuda y comprensión, de amor y de entender que no es su culpa y que no quieren sentirse excluidos por sus propios padres. En algunos casos es posible que se realicen algunas terapias para reducir la cantidad de babeo y la frecuencia, pero en otros y ya dependiendo de la edad, es casi imposible generar un avance completo. Puede haber algunas enseñanzas que corrijan parte de su comportamiento involuntario y que él, poco a poco, sintiendo el apoyo de sus padres, puedan dejar de babear tanto.