La muerte de un hijo siempre será un suceso difícil de afrontar y como todo duelo, se evidenciaran algunos comportamientos normales, pero lo importante es aprender a superarlo y no descuidar a los otros hijos, si los hay. Siempre se ha comentado que la pérdida o muerte de un hijo es el peor sentimiento que alguien pueda experimentar, sobre todo para las madres quienes los tuvieron nueve meses en su vientre y se convirtieron en su vida entera después de nacer. Pero desafortunadamente las mamás o papás no están exentos de sufrir este dolor y hay ciertas maneras de poder sobrellevarlo. Cuando algún suceso lleva a la muerte de un hijo, los padres se sienten mal porque se consideran directamente responsables de que eso haya pasado, de que los descuidaron, que no hubo la confianza suficiente para saber que paso o en qué pasos andaban y es tal la crisis que se vive en la mente y la emoción de cada padre, que la relación de pareja y apoyo se puede venir abajo.
Hay ocasiones en que las mujeres viven el dolor de manera diferente a los hombres y así como una mujer puede estar sumida todo el día en el dolor y el llanto, el padre querrá estar solo, en silencio y sin producir ningún tipo de emoción, entonces empiezan los conflictos de pareja porque creen que el dolor no importa, que quien murió no valija mucho y que se debe expresar la ausencia de la misma manera. Muchas veces quienes no expresan todo su dolor por llanto o rostro afectado, son quienes más duro viven la experiencia. La culpa empieza a ser protagonista, no se sabe quién fue, si el padre o la madre quien lo descuido, no lo supo orientar, no lo supo criar o nunca lo escucho, si fue que lo consintieron mucho y por eso actuaba de ciertas maneras y los reproches y gritos de rabia serán constantes haciendo la convivencia insoportable.
Hay ciertas etapas de descoordinación emocional, en los cuales primero decae la madre y después de unos años el padre o viceversa, todo depende de la necesidad del hijo, de la falta que hace, de si el tiempo hace la perdida superable o por el contrario, que cada vez el dolor se haga más visible y palpable. Hay comportamientos que se desordenan, por ejemplo, las ganas de practicar mas sexo o el refugiarse en la comida y consumirla en exceso, son mecanismos de defensa, de protección y hasta de evitar afrontar directamente lo que se vive. Por esto siempre habrán discusiones, pues uno querrá a como dé lugar una forma de satisfacer lo que quiere, pero el otro anduviera a la defensiva.
En el caso del sexo, es posible que se presenten infidelidades o mentiras por causa de la negación del otro.Por último, si hay más hijos, hay que tener en cuenta que no se pueden descuidar, pues es lo que frecuentemente pasa y en medio de su soledad, empiezan a caer en vicios o malas amistades, pues de una u otra manera también se sienten culpables por la pérdida de su hermano o incapaces de lidiar con su ausencia.