En nuestras manos está que nuestros hijos sean unos auténticos melómanos cuando sean más mayores sin necesidad de que sean unos eruditos en esta materia para poder disfrutar de la buena música.
Introducir a los hijos en el mundo musical
Lo que normalmente se conoce como música culto o clásica, no tiene edad. Este tipo de composiciones tienen cierta vocación de permanencia y consiguen superar barreras de tipo geográficas, históricas e incluso generacionales, aunque es evidente que cualquier persona siempre disfrutará mucho más cuanto mayor sea el conocimiento que tiene de los que está escuchando.
Cuando antes se incorpore el universo musical a la vida de cualquier persona, antes conseguiremos habituar el oído. Para conseguir que los más pequeños de la casa se conviertan en melómanos algún día, lo primero que debemos hacer es estar plenamente convencidos de la importancia de lo que queremos inculcar a nuestros hijos y sacudirnos los complejos más frecuentes como por ejemplo evitar pensar que la música clásica está reservada a una élite cultural y tener presente que cualquier persona tiene derecho a acercarse a Mozart o a Bach sin necesidad de vestir de gala. Tampoco es incompatible este tipo de música con la moderna, es más, si un niño crece en un ambiente en el que existe una amplia variedad de estilos musicales, es muy extraño que cuando sea adulto tenga ninguno de estos incómodos prejuicios.
Por otra parte es muy normal que los niños tiendan a hacer un ritual de aquellas cosas que les gustan, sobre todo si es una actividad en la que se encuentra implicada toda la familia, por tanto es imprescindible dedicar un pequeño rato a la semana a oír música todos juntos, planteándonoslo de una manera desenfadada.
Mientras la escuchamos podemos efectuar diferentes juegos, como por ejemplo explicar la situación que nos hace vivir la pieza que estamos escuchando o el color que nos recuerda. En un primer momento podemos hacer preguntas sencillas a nuestros hijos como si es lenta o rápida, si es triste o alegre, para más tarde preguntarles acerca de los aspectos del tiempo y el timbre o los instrumentos utilizados en dicha pieza. El propio hogar o el coche en trayectos más o menos largos, se convierten en los lugares ideales para desarrollar esta actividad.
¿Por dónde empezar?
Muchos son los padres que se preguntan cual sería la pieza musical perfecta para comenzar, pero seguramente será necesario cambiar de registro varias veces hasta que encontremos aquella que llame la atención de nuestros pequeños, aunque es cierto que en ocasiones puede resultar muy sencillo, ya que la mayoría de las melodías utilizadas en los dibujos animados o en la publicidad que se escucha por la televisión y que tan fácilmente se quedan en su memoria, están tomadas de piezas clásicas. Contarle la vida del autor de esa pieza musical que tanto le gusta, conseguirá personalizar esa música y por tanto cobrará más interés.
Otra opción muy recomendada es apuntar a nuestros hijos a clases particulares, a un conservatorio o a una escuela de música siempre que se observe que su interés va aumentando a la vez que darle libertad y aconsejarle sobre el instrumento más adecuado a elegir. En cualquier caso, cuanto antes empiecen, antes podrán encauzar sus estudios musicales.