El ser humano es el más dependiente y por lo tanto el que tiene un período más largo de interrelación con sus padres y con otros adultos, por lo que se considera que el primer año de vida es bastante determinante para el desarrollo interpersonal posterior.
Los primeros días en la vida del bebé
Las experiencias satisfactorias o desagradables que haya vivido el bebé con los adultos en este primer período de su vida, hará que su actitud futura sea positiva o negativa. El niño aprende todo tipo de conductas de las personas que le cuidan, entre ellas la afectividad. Si un niño ha sido abandonado o rechazado, presentará serias dificultades para establecer relaciones afectivas satisfactorias en el futuro. Este hecho va en contra de la creencia de algunas personas que creen que un bebé no se entera de nada. Esto no es cierto ya que tiene una capacidad de captar lo que ocurre en su entorno superior a lo que se suele considerar.
Uno de los conceptos fundamentales en este período es el vínculo que se establece entre madre e hijo y todos los aprendizajes que ello comporta. Se considera que a pesar de que haya otras personas que se relacionan con el niño, es la madre quien canaliza todas estas influencias.
En la relación madre e hijo influye tanto la personalidad y actitudes de la madre como la personalidad y comportamiento del hijo. Como es evidente, existen muchas diferencias entre las madres, así como entre los hijos y por lo tanto, el resultado final puede ser muy distinto de un caso a oro. El niño nace provisto de un bagaje congénito individual, que ejerce su influencia en los sentimientos de la madre; no es lo mismo tener un hijo dócil que rebelde o amable que huraño. A su vez, la madre reaccionará de distinto modo según sea su propia personalidad; por ello, no es lo mismo una madre tranquila y que mantiene la calma ante cualquier situación, que otra nerviosa y fácilmente excitable. Podemos imaginar entonces lo que puede ocurrir cuando ambos son nerviosos e irritables y la diferencia que se establecerá en la relación cuando ambos sean muy tranquilos.
Afectividad del bebé durante su primera etapa de vida
La afectividad es la experiencia predominante en el niño durante los primeros meses de vida. Éste está especialmente receptivo, mucho más que un adulto, a las muestras de afecto que reciba. La actitud afectiva de la madre, los sentimientos que tiene hacia su hijo y la ternura que le ofrece, tienen una importancia primordial en todas las experiencias vitales que el niño va recibiendo. Una relación basada en la proximidad física y un tono emocional sereno y estable, contribuyen en gran medida al equilibrio futuro tanto del niño como de la madre, ya que es un hecho comprobado que los niños desarrollan apegos, aunque lo que no está tan claro es cómo se establecen.