Una de las frases que más escuchamos los adultos entre los niños, puede que sea «no quiero ir al cole», de hecho estamos tan acostumbrados a oírla que nos entra por un oído y nos sale por otro. Y es que aunque sabemos que es algo normal porque incluso a nosotros tampoco nos apetece ir a trabajar todos los días, lo cierto es que los niños lo suelen decir ya por costumbre, y después llegan al cole y se lo pasan ben por lo que no nos preocupa.
Pero hay un caso en el que esa frase es verdaderamente una petición del pequeño que va mucho más allá y realmente significa que le da miedo ir al colegio, lo que por supuesto supone un problema y se puede hablar en este caso de fobia.
Las causas de la fobia escolar
El rechazo a ir al cole puede deberse a diferentes factores. Cuando se trata de niños pequeños el ir al colegio significa separarse de sus padres, lo que le provoca ansiedad que les causa esa negativa, y si no es tratada a tiempo, puede llegar a desembocar en una fobia verdadera que puede tener repercusiones en su rendimiento académico posterior. Por eso es importante en estos casos que el cambio del hogar al colegio se haga de la mejor manera posible, implicándose tanto los padres como los profesores para intentar que ese momento sea para el menor lo menos traumático posible.
También es importante reforzar la autonomía del pequeño, sirviendo en este sentido la sobreprotección de bien poco. Los padres tienen que fomentar la independencia de sus propios hijos y evitar que su amor les impida sentirse bien cuando están fuera del núcleo familiar.
En otras ocasiones el rechazo a la escuela puede deberse por cuestiones externas, pudiendo ser que el niño se sienta intimidado por algunos compañeros, porque no sea capaz de seguir el ritmo que lleva la clase o porque en su entorno se haya dado alguna circunstancia que haga que sus temores crezcan, como el divorcio de sus padres por ejemplo.
Es primordial identificar la causa para ponerle remedio cuanto antes. Si el pequeño sufre algún tiipo de abuso, es absolutamente vital hablar con los profesores para detener esta situación inmediatamente. De la misma manera hay que afrontar cualquier problema en el aprendizaje dando al niño la ayuda extra que necesite, así como tratar todas las cuestiones familiares con él puedan estar afectando su vida escolar.
Puede suceder también que se den estos factores de manera conjunta. En este caso el tratamiento puede ser más complicado. En cualquier caso tiene que ser precoz y deben intervenir en él los padres, los psicólogos, los profesores, los psicopedagogos y todos los profesionales de la salud que sean necesarios. Y es que una fobia que no se trate lo único que conseguirá es agravarse con el paso del tiempo, y esto, además de repercutir en los resultados académicos, puede desembocar en un adolescente y un adulto con agorafobia, ataques de pánico y otros problemas psicológicos.