Animar a los hijos y predicar con el ejemplo, tanto dentro de la familia como fuera de ella, va a ayudarles a convertirse en un adulto mucho más altruista. Y es que en el mundo en el que vivimos, que en ocasiones es tan desigual, es necesario que todos seamos solidarios. Por eso es muy conveniente que los padres se esfuercen para que los hijos adquieran desde una temprana edad, este valor.
Compartir logros y trabajar en equipo
Si se desea que los hijos sean solidarios es imprescindible predicar con el ejemplo y serlo con nuestros amigos, nuestros familiares, nuestra pareja, etc. De esta manera los niños lo van a ver y lo van a aprender de una manera totalmente natural y sin darse apenas cuenta.
Una idea estupenda es colaborar junto a ellos en actividades como por ejemplo en campañas de recogida de alimentos o de juguetes. Además de realizar una buena acción se fomenta la convivencia en familia y se les enseña a ayudar a los demás con el propio ejemplo. Los niños asimilan mucho mejor todo cuando las ven en sus referentes y especialmente, cuando las pueden llevar ellos mismos a la práctica.
Igualmente deben aprender a ser solidarios en su ámbito escolar puesto que se sentirán muchos más seguros además de resultarle mucho más fácil asimilar lo que se les está intentando enseñar. Por ejemplo, si en el colegio se les intenta acostumbrar a trabajar en equipo les ayudará a valorar un resultado en equipo y a no ser individualista.
También hay que enseñarles a compartir con sus compañeros el material escolar, a ayudar a realizar las tareas o a preocuparse cuando un amigo esté enfermo o tenga algún problema. Por eso es imprescindible que comprendan lo que es la empatía, ya que cuando son pequeños puede resultarles díficil ponerse en el lugar de otra persona, aunque a partir de los dos años pueden ser cada vez más capaces de preocuparse de quienes les rodean y de ayudarlos dentro de sus posibilidades.
Comunicación y confianza
Una buena comunicación con los hijos es primordial para enseñarles a ser solidarios con los demás. Si existe un buen entendimiento será mucho más sencillo que les llegue el mensaje que se les pretende transmitir, de ahí que las conversaciones sean los más fluidas posibles y principalmente, en las dos direcciones. Se debe tener en cuenta que son muchas las veces en las que los niños enseñan a los adultos, por eso si se les escucha con atención va a ser más fácil entender como piensan sobre el tema.
Preguntarles por ejemplo que piensan sobre los niños que no van a poder tener juguetes en Navidad porque no tienen recursos, puede que surja alguna idea propia y ofrecerles algunos de sus juguetes.
Importante también es que desarrollen un pensamiento crítico ya que dependiendo de lo que su edad permita, se les puede enseñar películas o reportajes para que conozcan realmente como viven las personas menos afortunadas y mantener una conversación sobre ello.
Los mensajes de intolerancia, egoísmo y falta de empatía que se reciben en numerosas ocasiones a través de televisión, de redes sociales o de determinadas personas, pueden influir al niño de manera negativa, pero si se trabaja de una manera adecuada con ellos desde que son pequeños, resultará difícil que se dejan llevar por los mismos.