Los niños son felices cuando juegan con ellos y a los adultos nos encanta a hacerlo, especialmente si a la vez que se aprovechan los ratos de diversión se les puede enseñar valores importantes y cualidades que merecen la pena.
Pero lo importante sobre todo, según los especialistas, es disfrutar de esta interacción los pequeños y no verlo como una obligación o como un hábito, ya que ellos perciben cuando un adulto quiere jugar con ellos y cuando no. Para que esta estimulación produzca los resultados deseados, el adulto deberá derrochar cariño y entusiasmo, ya que éste es el principal ingrediente de calidad.
Basándonos en esto, os vamos a dar varias ideas para esas tardes de verano que tienen todas ellas un objetivo común: jugar para divertirse. Eso sí, detrás de cada una de ellas, existen una intención pedagógica y herramientas muy poderosas con las que los peques van a ir adquiriendo cualidades y valores necesarios sin apenas esfuerzo.
Aprender a relajarse
La música resulta ideal a la hora de trabajar con niños que tienen entre dos y cuatro años de edad, ya que logra captar su atención rápidamente. Además, con esta edad ya son capaces de seguir los ritmos y las letras y de poner en práctica divertidas coreografías en función de su desarrollo psicomotor.
Muy popular es la canción del “tic tac” de la “Brujita Tapita” que se puede encontrar fácilmente en Internet. Esta canción cuenta con una coreografía muy sencilla de aprender ya que al cantar “tica tac” se deben mover los brazos como si fueran unas agujas de reloj, mientras que cuando se dice “pin pon” se deben poner las manos sobre el corazón como si estuviera latiendo con fuerza y al decir “chas chas” se deben realizar pisotones alternos.
Una vez han aprendido la coreografía, el juego consiste en bailar y cantar rápido o más lento para lograr una relajación mediante la distensión y la tensión para terminar con un tic tac cada vez más suave mientras que los peques se dejan caer hacia delante a la vez que balancean sus brazos como si fueran péndulos para relajar la espalda, los brazos y los músculos.
Entrenar el autocontrol
Para llevar a cabo este juego se va a necesitar música, un globo y un espacio despejado de cosas que puedan llegar a romperse. Se comienza hinchando el globo y se comienza a bailar al ritmo de la música mientras se van dando toques al globo para que no se caiga al suelo. Cada vez que la música se pare, hay que olvidarse del globo y convertirse en una estatua.
Para los niños más pequeños esta transición puede resultar muy brusca, y con toda la concentración puesta en hacer saltar al globo, cuando se tengan que quedar quietos y ver como dicho globo se cae al suelo, les resultará todo un ejercicio de autocontrol, ya que una parte de su mente les dirá que se estén paradas mientras que la otro les guiará a seguir el impulso de golpear el globo.
Quien no pueda frenarse cuando la música se pare, tendrá una penalización y al quinto fallo tendrá que dejar de jugar. Esto resulta un incentivo para que en la próxima ocasión se esfuercen mucho más y así prolonguen su tiempo de juego.